¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores o, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

¡Nada más, amigo/a! Gracias por estar con nosotros, con su familia y su sempiterno recuerdo.

HERMANADAS.

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M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

sábado, 20 de junio de 2020

263). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: DESPUES DEL ENCUENTRO.

Pues si, querido cronista, me dice D. Cosme, el título que le propongo para este relato, quiere representar que ese mítico encuentro entre el general Sebastiani y Nuestro Padre Jesús del Perdón, marcaría, para siempre, un antes y un después en la historia de Manzanares. 

Ese mágico instante en que el general Sebastiani anudó su fajín verde a la cintura de la imagen de nuestro Cristo Arrodillado del Perdón, no solo fue la rúbrica de un gesto simbólico de mutuo perdón entre el pueblo de Manzanares y el ejército francés, representó también el origen de una leyenda que acompañaría a esa escultura y a nuestro pueblo hasta nuestros días; motivando, entre otras cosas que, solo hace 7 años, en 1905, el Cristo Arrodillado de Manzanares, Nuestro Padre Jesús del Perdón, fuese reconocido oficialmente como Patrón de este pueblo nuestro, Manzanares de La Mancha. 

De hecho, nada más ajustar Sebastiani su fajín a la cintura del Cristo, y pronunciar unas breves palabras de reconocimiento y perdón a nuestro pueblo, que fueron contestadas en reciprocidad por Sotomayor, se produjo en aquel escenario del antiguo Humilladero de San Cristobal una especie de aura mística, e invisible, que embargó a todos los allí presentes, tal como ha quedado después reflejado en múltiples referencias de nuestra tradición, oralmente transmitida de generación a generación. Es cierto que nada quedó relatado de aquel momento en escritos civiles, militares o eclesiales de carácter oficial, aunque eso, sabemos también, debió formar parte de un pacto que se cumplió a rajatabla por parte de Sotomayor y de Sebastiani… “nada de ese encuentro quedaría escrito”…pero está claro que, si, que no es nada raro, continua D. Cosme, que toda aquella gente que vivió aquel encuentro, incluidos sus máximos protagonistas, debió notar en sus entrañas espirituales algo emocionalmente muy impactante. No era normal, ciertamente, en una guerra llena de crueldades, tropelías y venganzas, un episodio como este, y no resulta nada extraño que fuera considerado por muchos un milagro, o algo imbuido de tintes sobrenaturales que, lógicamente, los paisanos de Manzanares de ese tiempo, atribuyeron enseguida al que ya, desde más de un siglo antes, era su principal icono espiritual, Nuestro Padre Jesús del Perdón. De modo que, cuando Sebastianí volvió a montar su caballo, y enfiló con su tropa el camino de Ciudad Real, tampoco resultó extraño que, seguramente, instados por Frey Sotomayor, todo el numeroso paisanaje que había procesionado hasta el Humilladero con su Cristo, se arrodillase ahora ante EL, de nuevo, para ofertarle una oración de gracias, antes de retornar de vuelta al pueblo, jubilosos, entonando cánticos religiosos. Al entrar a la villa, volvieron a sorprenderse, al ver que los soldados galos del coronel Barthelemy, que habían ocupado Manzanares tres días antes, se marchaban también del pueblo… y aunque la explicación de su salida era tan lógica, como la de seguir una orden directa de Sebastiani, que les pidió unirse a las tropas que él conducía a C. Real, pues estaba seguro que Manzanares podía quedarse desguarnecida de tropas francesas, por el pacto establecido con Sotomayor, y prefirió aumentar sus efectivos, por la previsible batalla que habría de mantener en Ciudad Real… 

Sin embargo, muchos de los paisanos que retornaban al caso urbano de la villa con su Cristo arrodillado del Perdón, seguro que interpretaron esa retirada francesa, como parte del milagro que estaban viviendo…Llegados al pueblo, sigue comentándome D. Cosme, y haciendo el mismo recorrido que a la ida, la tumultuosa procesión, a la que se había ido añadiendo mucha más gente, abocó a la Plaza pública por la calle de la cárcel y, quienes portaban las andas del Cristo, introdujeron la imagen a la Catedral, para dejar dispuesto al mítico Cristo en su Altar Mayor, a la espera de la procesión nocturna del viernes santo. Toda esa tarde del 31 de Marzo de 1809, debió ser muy especial en Manzanares… los comentarios del vecindario sobre lo sucedido solo unas horas antes en el Humilladero de San Cristobal, iban subiendo el tono a lo sublime, dando carta de sobrenaturalidad a los hechos vividos… 

En Manzanares, para mucha gente que no estaba en la totalidad de los hechos, solo conocidos en su exacta veracidad por Sotomayor y su círculo más próximo, lo que estaba ocurriendo ese día era un auténtico milagro, propiciado por Nuestro Padre Jesús del Perdón que, si ya antes era un icono espiritual de Manzanares, a partir de ese momento, entraba de lleno en la rica mitología de nuestra historia y espíritu, como el protagonista más significado, remata enfático y solemne D. Cosme. Cuenta nuestra tradición oral, que durante el oficio vespertino que Sotomayor llevó a cabo antes de salir la procesión del viernes santo, proclamó, muy emocionado, pero tan clarividente como siempre era, que Manzanares había tenido el enorme privilegio de haber vivido, esa misma mañana, la versión real del simbolismo que se iba a representar esa noche en la procesión de viernes santo…el perdón a las ofensas y las insidias humanas, por nuestro Dios y Padre, hecho hombre…


Podrá imaginarse, sigue D. Cosme, como se vivió luego esa procesión, el aura de misticismo que envolvió al pueblo al paso de su Cristo milagroso, cuya mirada conmiserativa, con esa dualidad tan particular y característica… que, en un mismo gesto, conjuga el dolor humano, y el divino perdón incondicional, impactó esa noche a nuestros sobrecogidos ancestros, como pocas veces antes. Aquello, sin duda, esa noche de viernes santo vivida en Manzanares, debió ser inenarrable y, desde luego, muy especial; termina D. Cosme esta parte de su disertación. Mientras tanto, continua D. Cosme, Sebastiani, con sus tropas reforzadas por diferentes contingentes como el de Barthelemy, había llegado a media tarde de aquel viernes santo histórico a Ciudad Real, comprobando para su sorpresa que, contra lo que le habían informado, no existían tropas españolas que amenazasen la recién tomada capital de la provincia; todo había resultado una falsa alarma. Eso disgustó mucho a Sebastiani, un hombre muy metódico que, por culpa de una información falsa, había visto truncados sus planes de entrar triunfante en Manzanares, para mostrarse ante Napoleón Bonaparte como el conquistador de esa espina manchega, clavada en el corazón de Francia. Sebastiani, prosigue D. Cosme, cuando ya estuvo más tranquilo, asumiendo los hechos consumados, y pudiendo analizarlos con más sosiego, llegó a pensar que algún espía español le había tendido una trampa, en una maniobra de distracción, que propiciase levantamientos, o algún contraataque de tropas españolas hacia las villas que, como Manzanares, habían quedado desguarnecidas de soldadesca gala…Solo faltaría, debió mascullar por lo bajo Sebastiani –comenta con sorna D. Cosme- que ahora Manzanares se sublevase, y se enterase el Emperador. Lo cierto es, y con cierta razón por su parte, continua D. Cosme, habida cuenta de las múltiples artimañas que el bando español se gastaba en aquella guerra, que Sebastiani se alarmó mucho ante esa posibilidad de estar siendo víctima de una “trampa manchega”, y el uno de Abril de 1809, sábado santo, en su cuartel de Ciudad Real, decidió reordenar inmediatamente a sus tropas, para que, al día siguiente, domingo de resurrección, estuvieran, cada una de ellas, en sus nuevos destinos …sobre todo, en aquellos lugares que habían quedado más desguarnecidos de soldados, como el caso de nuestro pueblo, Manzanares de la Mancha. Y quizá, precisamente por ser Manzanares, y querer Sebastiani asegurarse que en nuestra villa nadie se iba a mover más de la cuenta, decidió que viniera a nuestros lares, nada más y nada menos, que el grueso de la famosa división polaca del general Valance, en concreto sus regimientos 4, 7 y 9. Como ya sabemos, esta división se llamaba así por estar conformada, mayoritariamente, por soldados de esa nacionalidad. Manzanares ya había tenido ocasión de probar como se las gastaba esta división, nueve meses antes, cuando arribó a nuestra villa, camino de Sierra Morena.

 Esta brigada polaca, continua D. Cosme, se estaba caracterizando como particularmente cruel y despojadora, con las gentes y territorios por donde circulaba; además, la indisciplina y soez actitud de sus soldados, hacía imprevisible lo que podía suceder en los sitios por donde transitaban… Ciertamente, sigue D. Cosme, su elección para Manzanares no se compaginaba nada bien con las promesas pacificadoras que Sebastianí nos había transmitido, solo dos días antes, frente a Nuestro Padre Jesús del Perdón en el Humilladero de San Cristobal, aunque es justo reconocer que, Sebastiani, antes que cada brigada fuese a sus nuevos destinos, les arengaba para que se comportaran con disciplina, mantuviesen el orden en las villas y pueblos donde habían sido destinados y no cometieran ningún desmán o tropelías con la población civil. Seguramente, Sebastianí, pensó que Valance, aseguraría mejor que nadie todos esos aspectos… y consideró, por otra parte, que era la persona más indicada para combatir cualquier supuesta insurrección de nuestra aguerrida gente.

Así pues, mi querido cronista, queda usted, y sus lectores, en la expectativa de lo que iba a suceder en Manzanares el domingo de resurrección, día dos de Abril de 1809, cuando las tropas polacas de Valance entraron en nuestra villa, porque este relato debe concluir aquí, dado que ya dio apropiada cuenta de cómo vivió nuestro pueblo el final de aquella Semana Santa histórica de 1809, en que Nuestro Padre Jesús del Perdón, cimentó y encumbró su leyenda entre la gente de Manzanares de la Mancha. 

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