¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores o, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

¡Nada más, amigo/a! Gracias por estar con nosotros, con su familia y su sempiterno recuerdo.

HERMANADAS.

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M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

sábado, 20 de junio de 2020

264). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: LA RESURRECION POLACA

Título así la crónica, querido reportero. porque el domingo, dos de abril de 1809, al término de la semana santa local, ya bien entrado el día, y concluida al alba esa procesión que “quien madrugó no vió”, en que la imagen del Cristo redivivo recorre las arterias principales de la villa, también “resucitó” en Manzanares la muy cruel, inefable, violenta e indisciplinada división polaca, que ya habíamos sufrido por nuestros lares el verano anterior, cuando transitaban hacia Sierra Morena, antes de la batalla de Bailén.

 Y es que, prosigue D. Cosme, a pesar de las buenas intenciones y las promesas de no agresión del general Sebastiani a nuestro pueblo, solo dos días antes, rubricadas con la anudación de su fajín verde en la cintura de Nuestro Padre Jesús del Perdón...cuando los 7.000 soldados que formaban los regimientos 4, 7 y 9, de la citada “división polaca”, irrumpieron en la villa por el Paseo del Rio, nada más entrar en él, por el camino de Daimiel, se implicaron en una desenfrenada orgía de saqueos, destrucción y violencia, haciendo caso omiso a las instrucciones que Sebastiani le había dado, al también general Valance, al mando de dichas tropas, para que evitase violencias, si no eran atacados. Ciertamente, Valance, sigue D. Cosme, o no supo, o no quiso, refrenar a sus indisciplinados y violentos soldados, que dejaron por el suelo el espíritu de fraternidad que proclamaba la Francia ilustrada de aquellos tiempos.. En esa vorágine desaforada, y en ese día de la “resurrección polaca”, la infame soldadesca de Valance asoló y rapiñó una gran cantidad de viviendas del Paseo del Rio, dando fuego a muchas de ellas, con la excusa que estaban abandonadas, y presuponiendo que sus moradores habían huido, a incorporarse a las guerrilla, o se habían alistado en el ejército español de La Mancha.. y aunque, para algunos, eso pudiera coincidir con la realidad, la mayoría de la gente que vivía en esas casas, destruidas ese día por esa tropa canallesca, seguían en ellas, o estaban refugiados en caseríos o quinterías, propias o ajenas, en los aledaños de la villa.

Para completar la infamia y el desafuero, sigue un D. Cosme entristecido con su propio relato, al llegar las tropas cabeceras de la división polaca al extremo del citado paseo, en su confluencia con la entrada a la villa del Camino Real de Andalucía, aun insatisfechos de sus desmanes y tropelías, la emprendieron desaforadamente, e inusitada saña, contra la coqueta ermita de San Isidro, muy popular en aquel tiempo entre los labradores y campesinos de Manzanares… en muy pocos minutos la destrozaron y prendieron fuego, arrumbando para siempre con esa porción de historia de nuestro patrimonio eclesial…

Completada esa orgía de destrucción y fuego en el Paseo del Rio, prosigue D. Cosme, Valance entró en la villa y, ya en La Plaza, se supone que, como jefe de la nueva tropa de ocupación, tuvo su primer contacto con Sotomayor. No sabemos que ocurrió en ese primer contacto, pero lo cierto es que, momentáneamente, cesó la violencia de los ocupantes. Conociendo a Sotomayor, como ya le vamos conociendo de múltiples episodios previos, y teniendo en cuenta todo lo que el general Sebastiani le había prometido dos días antes, acerca que la actitud de cualquier tropa francesa que llegase a Manzanares no sería agresiva, si no sufría ataques del vecindario, es casi seguro que no se achicó ante el general Valance…y que, de alguna manera, le mostró su disgusto, y le afeó lo que sus tropas acababan de hacer, incumpliendo el pacto mutuo de no agresión que su propio mando, el general Sebastiani, había concretado con él para la villa de Manzanares. Valance debió ser sensible a esos argumentos, al menos en parte, porque sus soldados, aunque siguieron mostrándose hoscos y pendencieros ante la población, indisciplinados con las órdenes de sus mandos y muy descuidados en su indumentaria (de esto último viene, me dice entre paréntesis D. Cosme, que el término “polaco”, inicialmente alusivo a la nacionalidad mayoritaria de aquella soldadesca, acabó por asimilarse para definir a cualquier sujeto tosco y desaseado), cesaron en su violencia desaforada de aquel infausto 2 de abril de 1809, y la población pasó la noche tranquila.. Sin embargo, Sotomayor, al día siguiente, cuando tomó conciencia de la magnitud de los destrozos ocasionados en el Paseo del Rio, y la completa destrucción de la ermita de San Isidro, quedó conmocionado e intranquilo ante la dantesca visión que tuvo ante sus ojos… y se las arregló para, de algún modo, seguramente con algún reporte desde el Ayuntamiento, hacer llegar a Sebastianí lo que había sucedido en Manzanares, sin que mediase provocación alguna… y, aunque Valance, seguramente también, se disculpase ante su jefe máximo, aduciendo que si habría existido alguna agresión al paso de su tropa, Sebastiani, por la magnitud de lo sucedido, y los antecedentes de la tropa polaca, debió dar bastante crédito a las quejas de D. Pedro Alvarez de Sotomayor… pues, en algo inhabitual en tiempos de guerra, advirtió severamente a Valance por los hechos, tras hacerse cargo, el día 4 de abril, del informe que mandó realizar a su jefe de estado mayor, general Franceschi, sobre la actitud de las tropas imperiales en los diferentes lugares y villas donde estaban destinadas. Franceschi, desde su cuartel general de Daimiel, comentó en su informe que, efectivamente, en algunos pueblos de La Mancha, las tropas francesas habían cometido irregularidades de distinta gravedad, afirmando que mientras en La Solana y Daimiel no hubo incidentes, en otros, como Valdepeñas y Manzanares habían existido destrozos, aunque el informe los minimizaba, así: “las casas de los que habían huido fueron hundidas sus puertas para los alojamientos y era difícil protegerlas en tales condiciones, aun cuando los habitantes que quedaron en su lugar fueron protegidos”…,pero ningún comentario de los expolios habidos, ni tampoco mención alguna a la destrucción de la ermita de San Isidro, algo que un católico estricto como Sebastiani, recibió con gran desagrado, y una noticia que, a buen seguro, incluyó Sotomayor en su probable reporte con todo lujo de detalles, para colocar de su parte a Sebastiani. 

Con todo y con eso, continua D. Cosme, a pesar de unos ánimos más calmados, durante los dos meses y medio que permanecieron en Manzanares las tropas de Valance, no dejaron de producirse incidentes y agresiones frecuentes de la indisciplinada soldadesca polaca hacia la gente común de la villa, haciéndose famoso entre nosotros un excéntrico y sanguinario personaje, conocido como príncipe Sokonski, coronel del noveno regimiento; quien, con pedidos imposibles a la Junta Local de Gobierno de Manzanares, preñados, luego, de amenazas e insultos soeces cuando, como casi siempre sucedía, no recibía satisfacción a sus desproporcionadas demandas... Menos mal, que estaba al frente de Manzanares Frey Sotomayor, que con su infinita paciencia estratégica, y su mucha mayor inteligencia, supo capear el temporal, no entrando nunca al juego de provocaciones, aparentando que trabajaba todos los días en las demandas de Sokonski, pero sin concretar ninguna… con frecuencia, Sokonski olvidaba sus propias peticiones, ya que para él tenían un sentido casi exclusivo de divertimento personal…era un sádico, que disfrutaba con la zozobra de los demás… Sotomayor, que se dio cuenta enseguida, manejó a Sokonski con su habitual habilidad, evitando a las gentes de Manzanares expolios importantes de sus haciendas y enseres…aunque lo que no pudo evitar fue el primer asesinato de un paisano civil de Manzanares, al menos del primero que es reconocido así en los archivos parroquiales, me refiero, sigue D. Cosme, a D. Ramón Merino Valdivieso, por aquel tiempo ministro del juzgado de la villa, a la par que dueño de una reputada tienda de mercería y comestibles, muy bien situada... en la Plaza Mayor, haciendo esquina con la calle Empedrada. Como otros muchos paisanos, había huido de Manzanares, con su esposa y su familia, justo a la entrada de Valance y sus tropas, para ir a refugiarse en algún caserío de su propiedad o en alguna villa cercana.. Lo cierto fue, sigue D. Cosme, que alguien debió avisarle que, aprovechando su ausencia, los soldados `polacos habían entrado en su establecimiento, desvalijándolo, D. Ramón decidió volver a la villa, encontrando su comercio destrozado y con unos cuantos "polacos", al parecer ebrios, en su interior. No se sabe muy bien como se desarrollaron las cosas, aunque uno, sigue D. Cosme, puede imaginar que el Sr. Merino afeó a los soldados allí presentes lo que habían hecho con su establecimiento, y debió conminarles a que se marchasen del mismo… luego, parece que discutieron acaloradamente, se enzarzaron en una pelea desigual y D. Ramón Merino resultó muerto. Este episodio tensó mucho más de lo que ya estaba la situación entre los paisanos y la tropa de "polacos"… que, además, dice con sorna D. Cosme, se daban con más frecuencia de la debida a los buenos caldos del lugar, y muchas veces se les veía por las calles del pueblo borrachos y pendencieros…

 El 25 de Abril de 1809, continua D. Cosme, el mismo Sebastiani apareció por Manzanares, para valorar como estaban las cosas por nuestro suelo, y tuvo ocasión de advertir que Sotomayor había sido más preciso que sus subordinados en la descripción de los hechos que habían ocurrido en la villa cuando entraron las tropas de Valance… Es más que probable, continua D. Cosme… que, casi al mes de su primer e histórico encuentro, estos dos hombres, Sebastiani y Sotomayor, decisivos en la historia del Manzanares de aquel tiempo, volvieron a parlamentar… y, conociendo a los dos, es también casi seguro que Sebastiani, un hombre muy recto y cumplidor, debió disculparse ante Sotomayor y, seguramente también, entonces, resellaron su pacto no escrito de mutuo perdón y no agresión… 


Sin embargo, sigue D. Cosme, Sebastiani, aparte observar el estado de cosas en la villa, había acudido a Manzanares con otra idea en mente, comprobar como estaban las cosas por la región, pues habían existido incidentes con algunas tropas residuales del ejército español de la Mancha en villas alejadas del camino de Andalucía. Cuando, nada más llegar a Manzanares, se enteró, por el general francés Rey, que su guarnición de La Solana había perdido diez hombres, apresados en Infantes por tropas españolas, debió alarmarse lo bastante como para tomar la decisión inmediata de quedarse en Manzanares, con la intención de parapetar el castillo y reforzar sus estructuras.

Pero de todo esto, concluye D. Cosme, de cómo se sucedieron estos hechos referentes a la fortificación del castillo de Manzanares, que motivarían nuevos acontecimientos históricos y, en este caso, desagradables para nuestro patrimonio histórico, le hablaré, mi querido reportero, en el próximo relato, que este ya fue de bastante para considerar la nueva y triste resurrección polaca en la insigne y nunca bien considerada villa de Manzanares de La Mancha.



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