La pertinaz sequía que se lleva padeciendo en los últimos meses, es motivo de preocupación por parte de los viticultores de esta región de La Mancha, que miran al cielo para ver si alguna tormenta pudiera descargar agua suficiente para aliviar el pesimismo de los propietarios de los extensos viñedos manchegos.
En estos momentos, a un mes de la vendimia, la uva no se encuentra bien, tanto en tamaño como en su color. El dulzor característico que ya debían tener, se ha retrasado mucho porque la uva, con su diminuto tamaño, no puede desarrollar convenientemente, cual corresponde a las peculiaridades de esta zona.
Es muy posible, si el tiempo sigue mostrándose tan negado a las lluvias, que las vendimias sufran un retraso forzoso porque la uva no se encontrará en condiciones de vinificarla ya que muestra un elevado grado de acidez y daría poco rendimiento en mosto. La cosecha, ya mísera por las heladas de invierno y primavera, va a reducirse aún más, si no se produce un cambio radical del adverso factor climatológico y echa una mano a los labradores.
Así de cruel es la realidad de las pardas tierras del campo manchego donde no se pueden hacer previsiones de cosechas porque las heladas imprevistas, la falta de agua ó la abundancia de ellas en forma de 'pedrisco', y otros inesperados factores del clima, pueden llevar al traste los duros trabajos de una temporada.
Esperando la báscula para pesado. Foto Melchor Díaz-Pinés |
Así de cruel es la realidad de las pardas tierras del campo manchego donde no se pueden hacer previsiones de cosechas porque las heladas imprevistas, la falta de agua ó la abundancia de ellas en forma de 'pedrisco', y otros inesperados factores del clima, pueden llevar al traste los duros trabajos de una temporada.
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