¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores o, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

¡Nada más, amigo/a! Gracias por estar con nosotros, con su familia y su sempiterno recuerdo.

HERMANADAS.

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M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

martes, 29 de mayo de 2018

159). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: LA ENCOMIENDA BORBONICA.

Al no haber tenido hijos varones D. Iñigo de la Cruz, comienza así Don Cosme este relato, el Condado de Aguilar perdió el beneficio hereditario de la encomienda de Manzanares,… pues aunque el Señor de los Cameros tenía una hija, ésta, de acuerdo a las normas internas de las Orden de Calatrava, por el hecho de ser mujer, no podía ser caballero de la misma… 

Y, si bien, la citada hija, y su marido, reclamarían ese derecho, este no les fue reconocido nunca por la Casa Real Borbónica,… que decidió, en 1733, cuando D. Iñigo “entregó la pelleja”,.. y tal como, por otra parte, siguió como norma general en todas las encomiendas, tomar para sí los pingues beneficios de la nuestra…. El Rey Felipe V -sigue- aprovechó esta la falta de descendencia varonil del Señor de los Cameros, y otorgó los derechos de nuestra encomienda a su hijo, el Infante Don Felipe de Borbón… iniciándose, así, ni más mi menos que con el que estaba llamado a ser el siguiente Rey de España, el infante Felipe, las sucesivas comendaturias borbónicas de nuestra encomienda… lo que ponía de manifiesto, enfatiza Don Cosme, la importancia y la enjundía que el propio Rey Felipe V atribuía a la rica encomienda de Manzanares… 

Este otorgamiento al Infante Felipe de Borbón estaba, en principio, difícultado por las mismas tradiciones y normativas de las órdenes religiosas y del propio reino, que habían hecho imposible la transmisión de la encomienda de Manzanares para el condado de Aguilar…..y eso era, así, continúa D. Cosme, por que el infante Felipe no era Caballero de la Orden de Calatrava, sino de la de San Juan de Jerusalén de los Reinos de Castilla y León… y, no tenía, por tanto, el hábito de la Orden Calatrava, algo imprescindible, hasta ese momento, para tener los derechos de cualquiera de sus encomiendas… Esta falta de legitimidad de origen, sin embargo, y como resulta lógico de entender, dice con sorna D. Cosme, no fue suficiente frente al poder del Rey y la fuerza del dinero.... y las mismas normas que hicieron imposible una herencia, no fueron impedimento para que la mejor encomienda de las de calatrava, la nuestra de Manzanares (valorada, por entonces, en unos 6.000 escudos), quedase, por Real Decreto, transformada en una mayordomía de la Orden de San Juan ...Este arbitrio, además, sigue con su sorna D. Cosme, quedó “bendecido” por el Papa de Roma, con una dispensa, que posibilitaba que las rentas y la sede de la encomienda de Manzanares, fueran disfrutadas por el Serenísimo Infante de España D. Felipe...lo que, a buen seguro, sigue socarrón Don Cosme, iría asociado a generosas dávidas de la Casa Real para la Santa Sede, que no suele “dar puntadas sin hilo”…ni en cosas divinas, ni en cosas terrenales,.. apostilla, cada vez más sonriente y malévolo, Don Cosme, para terminar esta parte de su diserto. En realidad, Felipe V, prosigue D. Cosme, había planificado la vinculación a la Corte de nuestra encomienda de Manzanares bastante tiempo atrás…y lo había hecho de manera secreta, mediante un pacto entre las Ordenes de Santiago, Calatrava y Alcántara, llevado a cabo en 1723, que garantizaba el control directo de la Casa Real sobre cualquier condominio de las Ordenes militares. En el caso concreto de nuestro pueblo, eso ocurrió cuando aún le quedaban diez años en su puesto al último Comendador calatravo de Manzanares, D. Iñigo Manrique de Lara, Conde de Aguilar, quien, ese año de 1723, vivía muy tranquilo y feliz en nuestra villa, organizando las primeras Ferias y Fiestas de Manzanares, sin sospechar absolutamente nada del citado pacto entre Rey y Ordenes… 
Felipe V. Rey de España


El Infante de España, D. Felipe de Borbón, quedó, así, inmediatamente a la muerte de D. Iñigo, nombrado, de manera vitalicia, Comendador de Manzanares… extendiendo su mandato entre los años de 1733 a 1766, tiempo en que se llevó a término en todo el Reino de España, el famoso Catastro de la Ensenada, que serviría entre otras cosas para que, en Manzanares, el citado infante Felipe tuviera la información necesaria acerca de nuestra encomienda, y así poder cobrar hasta el último maravedie impositivo a nuestro paisanaje… en definitiva, lo único que verdaderamente importaba a la Casa Real con respecto al control de sus condominios, comenta con sorna y retranca D. Cosme… 

El nuevo método de administración sanjuanista de nuestra encomienda, aprobado por el Consejo de S. M,,continúa Don Cosme, merece una consideración específica por sus características y su corrupción… Fue, en la práctica, un autentico desastre… pues, aparte de condicionar una serie de curiosas modificaciones, arreglos y costumbres, de escasa o nula utilidad y relevancia, en el Castillo de Manzanares, que tendré ocasión de referirle en relatos sucesivos… motivó una, no menos numerosa, colección de sucesivos incidentes, desacuerdos y conflictos, entre los diferentes gestores encargados de los menesteres administrativos, que convivían en un ambiente de mutuas desconfianzas y recelos, por que se conocían bien entre sí,.. y sabían, unos de otros, de las múltiples y numerosas corruptelas en que estaban inmersos…Los nuevos regidores sanjuanistas, y sus normas, fueron acogidos con recelo por la antigua nobleza calatrava de la villa, que, orgullosa como era, observaba con bastante desdén lo que consideraba un intrusismo y un expolio personal a la Orden de Calatrava, por más que el cambio estuviese bendecido por la Corte…

En realidad, lo único que importaba a la Casa Real, como va dicho, era cobrar los impuestos y los diezmos derivados de la producción de tierras y ganados, y no entraba en ninguna de esas cuitas o consideraciones.. que, a la postre, terminarían por influir en el rendimiento final de la encomienda,… pues, en ese contexto de corrupción administrativa y dineraria de los gestores, el menor emprendimiento de la agraviada nobleza calatrava residente en la villa y, todo ello, agravado por el desinteres y falta de control en todos los asuntos financieros de la encomienda, por parte del propio Infante Felipe y sus ayudantes, no resulta nada extraño suponer que las rentas que llegaban a la Casa Real Borbónica, desde nuestra encomienda, no alcanzasen las expectativas generadas, en base al éxito de otras épocas…. Además, y al tiempo, –sigue D. Cosme- la Orden de San Juan no estaba conforme con que los nuevos y pingues beneficios, que podrían derivarse de las tributaciones de la rica encomienda manzagata, recalasen directamente en la Corte… De modo que, con la excusa, en gran medida verdad, del enorme peligro que suponía “recorrer con muchos dineros” el camino entre Manzanares y la Corte de Madrid, (que estaba, por entonces, infectado de ladrones y malhechores), los rectores sanjuanistas enviaron a la Corte la siguiente petición, literal:
Infante Felipe de Borbón, Primer Comendador de Manzanares., hijo de Felipe V.

“Atendiendo que puede ser difícil o arriesgada la conducción del dinero que produgere la encomienda de Manzanares, tanto por la falta de comercio de aquella villa a esta Corte, quanto por los peligros del camino, ha parecido que todo el dinero que procediere de los frutos de la encomienda se lleve derechamente a la Thesorería de Consuegra”... La Corte fue sensible a esta observación, y la Orden se San Juan obtuvo de la Casa Real, en 1740, un privilegio, por el que todos los beneficios de la encomienda de Manzanares, recalarían, en primera instancia, en un punto intermedio de esa peligrosa ruta, concretamente en la sede central de la Orden Sanjuanista, el Castillo de Consuegra… Esto es, de ese modo y manera, el dinero de los borbones quedaba a custodia de la Orden de San Juan...y ya sabe usted bien aquel dicho, sigue con su retranca habitual D. Cosme, de:.. “es más probable que se puedan “perder” monedas en sitios donde hay dineros, que en lugares donde solo hay telarañas”,…y, eso, resultaba mucho más fácil todavía, en el entorno de las múltiples corruptelas, propio de los administradores de aquellos tiempos…Lo cierto fue que, entre unas cosas y otras, como va de dicho, los rendimiento de nuestra encomienda se resintieron por todo ello –sigue D. Cosme-.. y, aunque, como también tendremos pronto ocasión de conocer, se mantuvieron bastante pujantes (sobre todo si se nos comparaba con otras encomiendas), seguramente no alcanzaron, durante este Siglo Ilustrado que estamos comentando, los rendimientos que se podrían haber logrado.. con una administración menos corrupta, más flexible, y menos centralizada, que hubiera facilitado el natural emprendimiento y la eficacia en los desempeños, que caracterizó siempre, en toda su historia, al paisanaje de Manzanares, apostilla, con énfasis, Don Cosme, para concluir esta parte de su relato...

Y, sigue Don Cosme,.el Infante D. Felipe moriría a finales de 1765, y sería recordado como “un príncipe bien inclinado, aplicado e ingenioso”,… pero, en Manzanares, no se pudieron ver ninguna de esas supuestas cualidades, pues muy poco pisó nuestro solar… Su hermanastro, Francisco Javier de Borbón y Sajonia, le sucedió, entre los años de 1766 a 1771… es decir, solo cinco años, pues este jovencito Borbón tuvo la desgracia de “entregar la pelleja” con solo 14 años de edad… Al tierno Infante, prosigue D. Cosme, le hubiera correspondido, como a sus antecesores, recaudar impuestos y administrar justicia, algo que… no solo por edad, sino también por costumbre, hubieran llevado a cabo otros administradores a su cargo, pero eso no era algo raro, ni tampoco el por que iba a ser recordado, no dio tiempo a nada de ello en su corto mandato….Fue recordado, desgraciadamente para él, por su prematura muerte, que constituyó un acontecimiento muy triste para todo el Reino, y también para Manzanares. 

El pequeño Comendador, continua D. Cosme, no llegó a vivir en el castillo, pero cuando vino a la villa a tomar posesión del cargo, al inicio de su mandato, la gente del pueblo acudió curiosa a ver como se comportaba en ese acto un niño de 9 años. Tomar posesión de la fortaleza era un acto muy solemne y teatral, que representaba la entrega al Comendador entrante de la “llave” de la encomienda,… algo que le facultaba para adquirir honor y rentas…Las puertas del castillo, se abrían y cerraban varías veces durante la ceremonia, en señal de toma de posesión…El niño que era D. Francisco Javier, impresionó a los presentes en el acto, por su porte de gala y su serena estampa, a pesar de su corta edad y la solemnidad del momento… La curiosidad de la gente, se tornó en admiración…. Era el hijo del Rey!!,… y lo estaba demostrando a los ojos de las gentes de la villa…Las campanas doblaron y tañeron a fiesta, sin imaginar que, en solo cinco años, sus tonos se tornarían en toque de difuntos...La muerte truncó una vida anunciada de grandes cosas, pero morir a esa edad, no era infrecuente entonces, basta mirar los listados de fallecidos en los Archivos parroquiales de cualquier villa, que no distinguían nobles de villanos… El último Borbón, al frente de la encomienda de Manzanares fue, D. Antonio Pascual de Borbón y Sajonia, que sucedió, a su muerte, al pequeño Francisco Javier y se mantuvo en el cargo hasta la Guerra de la Independencia, ya entrada la siguiente centuria... Y, continua D. Cosme, poco se puede decir de este ocioso personaje, nacido en Caserta, pues casí nunca pisó nuestros lares…y mucho menos tuvo interés por ellos….
Asi que, mi querido cronista, acabe usted aquí el relato… que ya fue suficiente para el empeño que tenía impuesto, que no era otro que el de hacerse una idea del discurrir admistrativo y general de la encomienda de la villa de Manzanares, bajo la égida de la corte borbónica en los dos tercios finales del Siglo XVIII….



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