¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores o, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

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HERMANADAS.

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M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

martes, 22 de enero de 2019

201). RELATOS PEDRO VILLARROEL. MANZANARES 1912: LA PLAZA LUCE… EN EL SIGLO DE LAS LUCES.


Mi querido amigo, estamos considerando las cosas más importantes de la villa de Manzanares en el Siglo de las Luces –comienza D. Cosme el relato- y hay que hacer mención a su Plaza Mayor, núcleo vital y espiritual de la villa, desde que se construyó en su contorno norte la imponente Catedral de Manzanares, y se trasladó allí el Concejo, ubicado hasta entonces en la Plaza de la Santa Cruz o del Matadero, (que de las dos maneras se conoce a esa Plazuela). Pero, ud sabe muy bien que todo eso aconteció en la primera mitad del Siglo XVI; y se preguntará, ¿por que hablar de la Plaza, en relatos del Siglo de las luces?.. la respuesta es sencilla…

Durante casi todo el siglo XVI, la Plaza Mayor de Manzanares estuvo en construcción. La Catedral se abrió al culto en 1521, pero hubo de reformarse y agrandarse en su crucero unos 30 años después, y volvió a necesitar obras tras el voraz incendio que arrasó su Altar Mayor el día del Corpus de 1571… Por su parte, la edificación del nuevo concejo y los edificios que, en aquellos tiempos, iban anejos al mismo, como por ej: el Pósito, los juzgados, la carnecería o la cárcel, cuya actividad y funciones dependían de los gobiernos locales, también se prolongó durante toda esa centuria, casi sin solución de continuidad; de modo y manera que, sigue D. Cosme, la Plaza estuvo en obras casi todo el siglo XVI y, aunque fue una brillantísima centuria en la historia de Manzanares, ciertamente, como Plaza, no pudo brillar al nivel de bullicio y vida que tuvo una vez asentados sus principales elementos... 

Llegó el Siglo XVII -prosigue D. Cosme- y la Catedral continuaba en obras, por dentro y por fuera, se tallaba el retablo mayor, y se estaba elevando su techumbre, al tiempo que se iniciaba la construcción de la nueva Torre... Además, pronto se vio que la Plaza recién nacida, quedaba pequeña para una villa en demografía creciente como la nuestra. De nuevo, hubo que hacer obras para agrandarla, y todo eso en un siglo de penurias, como fue el XVII; por eso, las tareas se prolongaron bastante, de forma que no fue hasta la segunda mitad de esa centuria, cuando quedó definitivamente configurada como una bonita plaza castellana, abierta y diáfana, con casas soportadas o volanderas en sus contornos, una amplia galería al frente del Concejo y los distintos inmuebles anejos a su actividad.

Poco pudo lucir la Plaza en aquellos tiempos miseros, -sigue D. Cosme- pues la segunda mitad del Siglo XVII fue la peor época del Reino, después de la unificación de su territorio tras la Reconquista; Epidemias, sequías y otras calamidades, parecieron conjurarse en una crisis general, que empobreció España.. Sin duda, fueron los peores momentos de la historia de Manzanares, que perdió una gran parte de su población, Al fin, llegó el Siglo XVIII. el llamado Siglo Ilustrado o de las luces… y fue entonces cuando, sigue diciéndome un enfático D. Cosme, el título del relato cobra sentido…”la Plaza Mayor de La villa de Manzanares de la Mancha lució como nunca en el Siglo de las luces”,,, y lo hizo, desde los comienzos de esa centuria, por el impulso que le dio de último Comendador Calatravo de la villa, Don Iñigo de la Cruz, Señor de los Cameros; personaje emprendedor y festivo, muy aficionado a los juegos taurinos y al teatro, de los que organizó muchos en la Plaza Mayor…

Fue por aquella época cuando más “balconcillos” existían en la fachada principal de la Parroquial, a la izquierda de su frontispicio, donde se sentaban el Comendador, el clero y las diferentes personalidades invitadas a los distintos eventos... El Señor de los Cameros fue un gran promotor de todos esos aspectos festivos, y a él se debe la constitución de las ferias y fiestas de Manzanares de Agosto, siendo 1723 el primer año en que se celebraron, en una época de prosperidad y desarrollo de nuestra villa, por su pujante viticultura y una potente industria ferretera…. El ferial, ocupó toda la Plaza Mayor y sus aledaños, lo que se repetiría, ininterrumpidamente, en años sucesivos, del 10 al 17 de Agosto, para hacer coincidir la Feria con el día de la Virgen de la Altagracia y de la Asunción, Patrona, entonces, de la villa. 




Tuvieron siempre gran solemnidad y pompa, haciéndose famosas y reconocidas en todas las villas vecinas y atrayendo a muchísima gente a la villa y a la Plaza, que se hizo, por ello, muy popular y reconocida en toda la región manchega”…. Durante todo el mandato de D. Iñigo de la Cruz, sigue D. Cosme, Manzanares era la villa de Calatrava que más festejos organizaba en su Plaza Mayor:.. piezas teatrales y, sobre todo, juegos taurinos. Esto contribuyó, aún más, a la popularidad de nuestra Plaza Mayor, que atraía a numerosos forasteros a los festejos que en ella se celebraban, con el consiguiente beneficio para el Concejo de la villa, pues, en general, el dinero que llegaba a Manzanares en cada fiesta, superaba al que salía... 

Quizá, fuera eso lo que motivó un famoso incidente entre el Concejo de la villa y la Parroquia, que ahora paso a contarle por su curiosidad, me dice D. Cosme… Este episodio, comenzó por una petición, el 16 de octubre de 1727, de fray Blas de Santisteban, prior de los padres carmelitas de Manzanares, al Consejo de las Ordenes, con el objeto de celebrar en la Plaza Mayor, la canonización de San Juan de la Cruz, decretada por Benedicto XIII, en diciembre de 1726… Se planteaban, para el acto, organizar diversas obras teatrales y una corrida de toros... El Consejo de las Ordenes lo autorizó,... ¨a condición que no fuera a expensas de los bienes propios, ni del pósito”...Se fijó el 20 de octubre de 1727 para los festejos, que se preveían multitudinarios, por la gran cantidad de forasteros que se veían por la villa desde varios días antes… Celoso de no sacar suficiente partido dinerario, comenta un jocoso D. Cosme, el cura párroco de la Catedral de Manzanares, D. Eusebio Zamorano, se opuso a la “función de toros”, alegando que el reparto de los posibles beneficios era injusto para la Iglesia, y que, además, ese año, la cosa no estaba para fiestas en la villa, pues había bastante gente hambrienta por las malas cosechas y una plaga de langosta...


D, Eusebio, veía suficientes motivos para suspender el festejo, a fin de cuentas, seguía argumentando, era un espectáculo profano y peligroso, que en otras villas que también tenían carmelitas, y celebraron la canonización, como Ciudad Real y Daimiel, se habían prohibido… Pero cuando el párroco se dirigió al Consejo de las Ordenes, y supo que la fiesta estaba autorizada, defendió, ya sin ambages, lo que realmente quería, que la Iglesia se beneficiase mucho más del alquiler de lo propio, (atrio y balconcillos) que hasta entonces nutría, casi en exclusiva, las arcas del Concejo.. El Consejo de las Ordenes, si fue sensible a estas demandas del párroco, ordenando la suspensión temporal del festejo, que, según cuentan, se celebró meses después en condiciones económicas más favorables a la Iglesia sobre esos alquileres... Además de las fiestas, en aquellas tres primeras décadas del XVIII, con un Manzanares económicamente mejor que otras villas cercanas, en lo cotidiano de todos los días, la Plaza concentró, más que nunca, la actividad del mercadeo local y forastero, dispersa hasta entonces en diferentes plazuelas de la villa, lo que la reforzó, definitivamente, como núcleo y centro vital de Manzanares.


Todos los días, el bullicio del mercadeo en la Plaza era creciente desde el amanecer, … los tenderos llegaban con sus carros y , luego, desplegaban sus talabartes, disponían las mesas de ventas y colocaban en ellas el tipo de producto que ofrecían a las gentes del pueblo que, poco a poco, llegaban hasta la Plaza para el “ateo” diario, También, ya por aquellas fechas, era en la Plaza Mayor, bajo los soportales, y cerca de la calle Empedrada, donde los “temporeros” y otros jornaleros tenían su lugar y punto de encuentro con los caporales o mayorales de las haciendas de la villa para pactar las condiciones horarias y retributivas del laboreo, en otra de las escenografías típicas de Manzanares y de su Plaza, que todavía se mantiene en 1912. Y a todo ese gran bullicio de la Plaza Mayor de Manzanares en el Siglo de las Luces, también contribuyó la actividad del Concejo y edificios anejos, cruciales y muy activos en la vida diaria de cualquiera de los pueblos del reino borbónico, donde todo estaba muy centralizado, tanto en la Corte, como en las villas; en estas últimas, el Alcalde Mayor era una especie de virrey...que, en torno a su figura, concentraba toda la actividad jurídico-administrativa local y la de los inmuebles donde se desarrollaban… Por ej, sigue D. Cosme, el Concejo estaba en el mismo lugar que hoy, pero sus departamentos eran diferentes a los actuales. 

En el siglo XVIII, y según escritos, sigue D. Cosme, el inmueble tenía un frente de 16 varas y un fondo de 5. En su planta baja estaba la Audiencia Pública y en la superior los despachos del Concejo. La Sala de Juntas. tenía tres escaños de madera, uno para el alcalde y dos a los lados para los regidores; también había un archivo, cerrado con tres llaves, repartidas entre tres oficiales, que debían estar presentes para abrirlo, cuando se precisara, Por una puerta se accedía a un corredor que salía a la Plaza, utilizado para contemplar espectáculos.o notificar edictos a los vecinos . En la Audiencia se resolvían los pleitos surgidos en la villa. Una reja de madera dividía la pieza en: Audiencia propiamente dicha, y un espacio para los escribanos. La sala contaba con una alacena donde se guardaban los papeles, legajos y actas. Una escalera de madera comunicaba Audiencia y Concejo…bajo ella, se dispuso un pequeño almacén de pan; con dos puertas, una por donde se introducía el pan, y otra, que daba a la plaza, por la que se repartía a los paisanos más necesitados Otra casa de la Plaza Mayor, aneja al Concejo, -continua. D. Cosme- era un edificio de 27 varas de frente y 19 de fondo, con el Pósito (en su pìso superior) y la carnecería (en el inferior). La Carnicería tenía una sala con mesas donde se ponían las carnes; otra sala interior donde se sacrificaban y cuarteaban los animales y un cuarto para repesar los despieces. El Pósito público disponía de dos almacenes para el cereal y una oficina… Otro inmueble de la Plaza, dependiente del Concejo, era la “Casa del Peso”, donde se pesaban y tasaban los “productos forasteros” que llegaban a la villa de Manzanares.. Por último, dice D. Cosme, el Concejo contaba con una cárcel pública, en la calle de ese nombre, con seis calabozos (tres por planta), un oratorio, un patio y una cocina...
Pero para que usted concluya este relato con brillantez, le cuento ahora lo que más lustre dio a esa Plaza de Manzanares, en ese Siglo de luces,. -dice enfático D. Cosme-Fue en un día no datado en la historia escrita, pero si en el alma de nuestro pueblo.. aquel en que unos obreros colocaron la bola y la cruz metálica que corona el chapitel nazarénico de la Torre de la Catedral, terminando, así, su construcción,… La visión de conjunto de la Plaza se engrandeció de nuevo, inconmensurable, despegando hacia el firmamento azul de Manzanares. La esbeltísima silueta de esa aguja sin par, la Torre de la Iglesia o Faro de La Mancha, cambió para siempre la perspectiva de la Catedral, completando esa bellísima estampa que cualquier lugareño puede admirar desde el centro de la Plaza, o desde la embocadura a la misma de la calle del Carmen…Ese maravilloso frontispicio barroco-renacentista de la fachada sur de la Catedral que, continuado a los cielos por esa grácil Torre, impregnó las retinas de nuestros ancestros de una imagen característica de nuestro pueblo, que quedaría ya insertada en su alma y en su memoria… en las de las siguientes generaciones …y en las que estén por venir….


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