En el relato
anterior, me comenta D. Cosme, conocimos la capitulación del comandante Berthet
en el castillo, lo que dio inicio a un interregno libre de franceses en
Manzanares; un tiempo de liberación, en que pasaron muchas cosas de interés,
subsidiarias, sin duda alguna, mi querido reportero, de sucesivas crónicas...
Sin embargo, antes de entrar en lo que habrán de ser, me parece buena idea sugerirle
una semblanza de la vida de nuestras gentes de Manzanares, en esos dos primeros
meses de la guerra.de la independencia, en cierta forma, comentada, “a vuela
pluma” en crónicas precedentes. Vale la pena recrear una serie de curiosidades
sobre cosas concretas que afectaron a paisanos en esos meses, que, además,
explican muy bien como, por ellas, creció en el pueblo de Manzanares, al igual
que en casi toda España un espíritu colectivo de nación, antes “adormilado”.
Manzanares, pueblo tranquilo, y de gentes solidarias, me dice D.
Cosme, aun a pesar de estar al tanto de lo que estaba ocurriendo en España en
Mayo de 1808, y saber que muy pronto los franceses iban a llegar a Manzanares,
mantuvo sus rutinas socio-laborales y sus tareas administrativas sin cambio
alguno, hasta ese 26 de Mayo en que las tropas francesas de Dupont. arribaron
por primera vez a nuestra villa.. Incluso en esos primeros días, a pesar de la
conmoción y revuelo que provocó en el ánimo de los manzagatos la presencia
gala, se mantuvo relativamente normal la actividad administrativa común,
Ejemplo de ello, sigue D. Cosme, y “que viene al pelo”, porque ocurrió en la
última semana de Mayo, coincidiendo con esa llegada de las primeras tropas
francesas a Manzanares, fue el suceso protagonizado por un paisano, D.
Francisco Adán, declarado como “pobre de solemnidad”, quien argumentó a D.
Rafael Gimeno, (que ejercía en nuestro Ayuntamiento como “Padre General de
Menores”) que, “hallándose separado de su mujer
(ésta, en paradero desconocido), vivía de la mendicidad”…y,
siguió diciendo que, en esos días, posiblemente porque la gente se retenía en
sus casas tras la ocupación francesa de la villa, o porque muchos habían
abandonado el pueblo, para irse a sus caseríos, quinterías, u otras villas más
alejadas del camino de Andalucía.., su único recurso monetario había disminuido
mucho, hasta impedirle, incluso “vestir la desnudez de su
hija de 12 años”.
En este episodio, sigue D. Cosme, tenemos la
primera evidencia del despoblamiento que el inició de la Guerra motivó en
Manzanares, las calles se quedaron muy vacías, los indigentes y enfermos,
pernoctaban muchas veces a la intemperie, al estar inoperativo y en ruinas el
antiguo hospital de Nuestra Señora de Altagracia… Solo la proverbial bonhomía
de nuestros paisanos, que los acogían en sus casas,.. o daban algo de comida, a
aquella pobre gente, maltrecha y sin techo bajo el que cobijarse, evitó mayores
cuitas…. Pero, volviendo al sucedido que le estaba relatando… no crea usted, mi
querido cronista, que el Sr. Adán solicitaba caridad al municipio, lo que pedía
este orgulloso y digno paisano, era permiso para vender parte de su modestísima
casa de la calle Villarreal, y, así, con lo obtenido, vestir y alimentar a su
hija,.. Consta que nuestro Ayuntamiento concedió ese permiso, a fecha 1 de
junio de 1808, justo cuando los últimos batallones de la primera división del
general Dupont abandonaban Manzanares. Este episodio, nos muestra, una vez más,
la nobleza hidalga de la gente común de la villa, desde el más pobre de los
indigentes, hasta, en este caso también, sus representantes en el Concejo… y,
además, como va dicho, comienza a poner en evidencia, que la vida en las
calles, y todas las rutinas sociales y laborales de la villa, disminuyeron de
inmediato, ante la zozobra provocada por la llegada e instalación de los
franceses en ella,,,.
Sabemos, también, que estos primeros franceses que
ocuparon nuestra villa, requisaron lo que pudieron a bastantes paisanos… Quien
más, y quien menos, sigue D. Cosme, se las apañó, como pudo, para “ocultar” en
sus casas propiedades, enseres y viandas, pero, claro está, bastantes vecinos
fueron expoliados en diferentes grados, cosas y cuantías. Los galos se llevaron
de nuestras casas: pavos; gallinas; capones; caballos; mulas; pero también;
aperos, galeras, carros, o diferentes alimentos como; cebada, trigo,
leguminosas, queso…y, sobre todo, vino. El Pósito municipal, fue particularmente
esquilmado, y de nuestras múltiples bodegas desaparecieron grandes cantidades
de vino, algo que, dice con sorna D. Cosme, explicaría, quizá, en parte, la
“mala y desordenada planificación estratégica del ejército galo”… seguro que,
más de una vez, establecida bajo los efectos de nuestros caldos, concluye,
entre grandes carcajadas y risas, esta última parte de su diserto, D. Cosme...
Durante los dos meses siguientes, hasta la batalla de Bailen, casi todas las
actividades comunes de tipo administrativo, social o laboral de Manzanares,
desaparecieron o estuvieron muy inactivas…, por ejemplo, no se celebró casi
ninguna boda, y bajó mucho el número de bautizos, entre otras razones porque la
villa se despobló, al ir a refugiarse sus gentes, como va dicho, a caseríos,
quinterías o aldeas colindantes, que estuviesen más alejadas del camino de
Andalucía, pues a esos lugares no se acercaban, casi nunca, los soldados
franceses que transitaban con prisa hacía Andalucía, para ayudar a
Dupont… Particularmente agraviante para Manzanares, resultó el paso de la
segunda división de Dupont, al mando del general Vedel, a finales de junio de
1808,.. los saqueos y la rapiña protagonizados por la llegada del primer
contingente de aquellas tropas, el tristemente famoso batallón polaco del
general cojo, motivaron gran temor y desasosiego entre nuestros paisanos, que,
en aquellos tristes días, abandonaron, “en masa”, Manzanares, a la espera de
momentos mejores...
Naturalmente, todos estos sucesos, fueron aumentando el desafecto
a lo francés, tanto en Manzanares, como en las diferentes villas manchegas
cortadas por el Camino Real de Andalucía, que padecieron más de lo mismo, al
ser transitadas por el ejército de Dupont. Al margen del mayor o menor
patriotismo, o “afrancesamiento”, de las diferentes autoridades locales de cada
villa, las gentes del pueblo español, continua D. Cosme, y en este caso, el
pueblo manchego, y el de Manzanares, fueron, sin duda, los protagonistas
principales en el alzamiento del 5 y 6 junio de 1808 contra los franceses, en
eso que dimos en llamar “rebelión manchega”. Y como le he dicho antes, sigue D.
Cosme, lo mismo o parecido sucedió en las distintas regiones del suelo patrio...
Casi nunca, como entonces, en la larguísima historia de España, hubo un momento
de tanta unión y espíritu nacional, entre los reinos de Iberia congregados por
los Reyes Católicos, más de tres siglos antes;... y es que, ya lo sabe ud bien,
continua D. Cosme, el carácter hidalgo, habitual en los habitantes de Iberia,
lleva muy mal la injusticia y la imposición, sobre todo si se acompañaba del
expolio de lo propio. Y qué decirle, entonces, de Manzanares y de La Mancha,
dice en tono exaltado y grandilocuente, D. Cosme… nuestra gran región, sigue,
cuna del ingenioso hidalgo D. Quijote, y quintaesencia legendaria de ese
espíritu, fue ejemplo y adalid de esa actitud… Aquí, en La Mancha, el pueblo de
cualquier pueblo, tuvo muy claro que, por justicia y dignidad, había que hacer
frente al invasor; y en todos ellos, sin excepción alguna, existió un similar
espíritu de lucha entre los aldeanos. Además, en los pueblos de La Mancha, la
gran mayoría de las autoridades locales estuvieron del lado de su pueblo,
empezando por la máxima regiduría manchega en ese tiempo, con sede en Ciudad
Real… ya que el intendente general, D. Juan de Modenés, un gran patriota, fue,
como sabemos, principal organizador de esa “rebelión manchega”, sin la que,
difícilmente, se hubiera logrado la victoria de Bailen... De hecho, lo único
variable entre las distintas villas manchegas, fue la manera de abordar la
situación, que vivieron, pero siempre desde un mismo espíritu de unidad de
acción patriótica...
Y si usted me pide algún ejemplo de esto que le comento,
sigue D. Cosme, le reiteraré el contraste, dentro de sus similitudes, entre los
sucesos de Valdepeñas y Manzanares, en aquel histórico 6 de junio de 1808… En
Valdepeñas, la exaltación popular tuvo un componente especial, que no tuvo
Manzanares. Me refiero, sigue D. Cosme, a. los destrozos causados por los
franceses en la ermita de la Consolación, que representó para Valdepeñas, un
ataque frontal a sus valores y tradiciones religiosas; lo que motivó en su
gente sensaciones mucho más intensas que las de las rapiñas sufridas en la
villa... al fin y al cabo, anunciadas por lo ya sucedido en pueblos más
norteños..
El famoso “cura Calao” y la Junta local de gobierno de Valdepeñas,
surgida tras esa profanación, se mostró tan beligerantemente activa contra el
francés que, incluso, quizá de manera algo temeraria, tendió una emboscada en
el interior de la villa a las tropas de Liger Belair: Ciertamente, Valdepeñas
pasaría a la historia de esa guerra por su heroicidad, pero con la
contrapartida de una batalla brutal, con gran cantidad de muertos. En
Manzanares, no tuvimos agravios significativos a nuestro elenco religioso, que
pudieran haber azuzado aun más la animosidad existente en el paisanaje... pero,
en todo caso, sigue D. Cosme, nunca podremos agradecer bastante a la figura de
nuestro egregio párroco, Sotomayor, como supo atemperar las pulsiones de las
gentes de la villa, incluidas las del alcalde mayor: Miret, para que, sin
disminuir un ápice todas las acciones patrióticas antifrancesas (que nos
llevarían al reconocimiento del Reino de España como Fidelisima villa), no se
produjera en Manzanares ninguna muerte violenta entre nuestro paisanaje,
durante los meses de junio y julio de 1808,..
Sotomayor, continua D. Cosme, con
su gran inteligencia, y un discurso extraordinariamente bien ajustado a las
circunstancias, supo, incluso, utilizar el terrible episodio del asalto al
hospital de sangre francés de Manzanares, para ganarse la confianza y la
voluntad del general Liger Belair, concretando con él, un pacto mutuo de no
agresión, que daría sus primeros frutos al final de ese mes de junio, cuando el
citado Liger Belair, logró frenar los desmanes y saqueos que había iniciado en
el pueblo, el famoso “general cojo”, máxima autoridad del batallón polaco de la
división de Vedel,
Con lo ya relatado, me parece a mi, querido cronista, que ya fue
suficiente para conocer las penurias vitales de las gentes de Manzanares, en
aquel comienzo de la guerra de la independencia,… así como, también, creo que
hemos dejado constancia del nacimiento de un espíritu colectivo de unidad de
acción nacional, que surgió en todo el pueblo español, tras ser herido en sus
valores más íntimos y atacado en su propia identidad…El soberbio Napoleón, y
su, supuestamente, invencible imperio, no sabía bien, lo que se le venía
encima…y, en eso, en todo eso, que está todavía por llegar, y por conocer, la
insigne villa de Manzanares de La Mancha, tendría muchísimo que decir…..
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