Pues si,
mi querido reportero, la capitulación del Comandante Berthet en el castillo, el
día 29 de julio de 1808, tras el glorioso triunfo de las tropas españolas en
Bailen unos días antes, trajo a Manzanares la liberación de la tiranía
francesa, y dio paso, como he querido reflejar en el encabezado, a un agosto
magnifico y liberador para nuestro pueblo...
Ese día 29 de julio, Manzanares estalló de júbilo...y, con la nobleza que siempre
caracterizó a nuestra gente, en el ambiente de la villa se detectaba una
alegría sana y un alivio reparador de los sufrimientos y vejaciones vividos en
los dos meses previos, con muy poco espacio para el rencor, hacía quien les
había causado tanta insidia. Y ese ánimo hidalgo y alegre, aparte ser algo
indeleble en nuestro carácter, se advertía esos días con intensidad en la buena
gente de Manzanares, entre otras cosas porque, a diferencia de lo que había
sucedido en villas cercanas,.. gracias a la inteligente sabiduría prudente de
nuestros dirigentes locales y, muy en particular, de nuestro párroco, Frey D.
Pedro Alvarez de Sotomayor, Manzanares, había salido indemne en lo más
preciado, la propia vida de sus gentes. Esa realidad nuestra, muy distinta, por
ejemplo, a la de la vecina Valdepeñas, donde la alegría de su paisanaje por la
liberación, se acompañó del inevitable duelo por el recuerdo del gran número de
familiares y amigos muertos en aquella infausta y heroica fecha de 6 de junio
de 1808, se hacía notar, en todo su valor diferencial, precisamente, y sobre
todo, al momento de cesar la vorágine de esos dos terribles meses de guerra en
La Mancha...
El contraste de la realidad inmediata de los dos pueblos ya
liberados, engrandeció entre la gente de Manzanares, aún más de lo que ya
estaba, la egregia figura de su párroco y pastor, D. Pedro Alvarez de
Sotomayor, pues la secuencia de los hechos acontecidos en nuestro pueblo, le
mostraban, a los ojos de todo el mundo, como el principal artífice de ese
diferente destino vital de las gentes de ambas villas, a favor de Manzanares...
Muchos paisanos de Manzanares, tomaron conciencia que debían su vida, y la
conservación de sus haciendas, a la inteligentísima intervención de su Pastor
con el general francés Liger-Belair, en aquellos días de intensa zozobra y
miedo que siguieron al trágico episodio del asalto al hospital de sangre
francés, instalado en el convento de los Carmelitas, concluye solemne y
enfático, D. Cosme, esta introducción a la crónica...
La vida
en el pueblo, y sus rutinas diarias habituales, sigue D. Cosme, recomenzaron,
casi de inmediato, al conocimiento de la victoria en Bailén... y, por ejemplo,
tras más de 20 días sin ninguna boda, algo muy inhabitual en verano, el 26 de
julio, todavía con Berthet en el castillo, pero ya sabedores en el pueblo de su
muy próxima capitulación, se celebró en nuestra parroquia el enlace matrimonial
de D. Alfonso Camacho y Dª Antonia Nuñez-Nieto, primer evento indicativo del
inminente retorno a la normalidad social y administrativa en
Manzanares… Quienes habían huido a refugiarse en caseríos, quinterías o villas
próximas, durante todo el tiempo que duró la invasión francesa, comenzaron a
regresar a sus casas... El vecindario, continua D. Cosme, ya sin franceses en
el pueblo, en los primeros días de agosto de 1808, casi sin creérselo
todavía, pero muy ilusionado ante la confirmación de la estrepitosa derrota francesa
en Bailen, dirigió enseguida sus ojos a lo cotidiano… los comercios abrieron sus
puertas; bodegas, herrerías molinos.y diversas industrias locales de menor
rango, reanudaron su actividad. Los labradores volvieron a sus faenas
terrenales, y los pastores a sacar sus animales a los pastos que la encomienda
les tenía habilitados desde tiempos inmemoriales.. En el pueblo, prosigue su
charla un D. Cosme entusiasmado, también se reanudó enseguida la actividad
administrativa del Ayuntamiento, el juzgado, la encomienda, los escribanos y
otros profesionales liberales, en esos primeros días de agosto de 1808... lo
que, añadido a la reapertura del mercado diario en la Plaza Pública, configuró
muy pronto un estado de relativa normalidad en Manzanares… Por si eso fuera
poco, que ya era mucho, cuando los paisanos dirigieron sus ojos al campo,
observaron con agrado la inminencia de una muy buena cosecha de granos, a pesar
del calurosísimo verano que se estaba viviendo, por lo que todo el mundo del
pueblo, con tierras a su cargo, se afanó de inmediato. para asegurar el
prometedor rendimiento que anunciaba esa abundante y dorada mies en las
campiñas, remata, lírico, D. Cosme, esta parte de su disertación… Los
franceses, continua,.. es verdad que habían esquilmado y rapiñado nuestro
Pósito, y también múltiples casas del pueblo, en sus pasos por la villa, pero,
por suerte, no se entretuvieron demasiado en destrozar lo sembrado en nuestra
encomienda...
Así las
cosas, mientras tanto, prosigue D. Cosme, no piense usted que la guerra había
terminado; el nuevo monarca impuesto, Jose I, hermano de Napoleón, había
llegado a Madrid el día 24 de julio, siendo proclamado Rey de España, con gran
boato, al día siguiente, 25 de julio de 1808;… si bien es cierto, comenta con
retranca D. Cosme, que muy poco disfrutó el Palacio Real de Madrid… Puesto al
día de la derrota en Bailén, tuvo que poner pies en polvorosa, abandonando la
capital, con toda su corte y tropas, el 31 de julio de 1808.. Esa noticia, fue
acogida en toda España con gran alegría, pues suponía el reconocimiento por
Francia que la derrota en Bailen había sido mucho más que una batalla pérdida;
significaba la necesidad de replegar sus ejércitos, y también un
replanteamiento total en la estrategia a seguir en España; y, además, continua
D. Cosme, ese repliegue francés, suponía una tregua muy útil y necesaria para
los españoles, que les permitiría recuperar fuerzas y reorganizarse para el muy
previsible contraataque francés… que, efectivamente, se concretaría unos meses
después.
Pero, a ese tiempo de últimos de julio de 1808, sigue D. Cosme, lo que
tocaba, por parte de España, era tomar conciencia clara de dos cosas: la
primera, que el imperio napoleónico era batible, algo que, por primera vez en
Europa, habían demostrado nuestras tropas en Bailen…y, la segunda, también
igual de diáfana…Napoleón no se iba a conformar con la situación; ni se iba a
quedar de brazos cruzados, lamentando su derrota… más bien, al contrario,
herido en su orgullo, concluye D. Cosme, estaría ya preparando su venganza,….
Nada más
conocer el mando español, la evacuación y retirada de Madrid del ejército
francés, ordenó la marcha a la capital de los ejércitos españoles de Levante y
Andalucía. En lo que concierne a Manzanares, continua D. Cosme, desde que
nuestros munícipes conocieron que, cumpliendo esa orden, el ejército andaluz
del General Castaños pasaría por Manzanares, siguiendo el obligado Camino Real
de Andalucía, comenzaron a preparar y adornar el pueblo; sobre todo la Plaza
Pública y sus calles principales, para ofertar a los héroes de Bailen el
recibimiento que se merecían…. Castaños, se tomó con bastante calma el viaje
hacia Madrid, lo que le permitió recalar, a lo largo del trayecto, en varias
villas cortadas por el Camino Real de Andalucía, siendo convenientemente
agasajado en todas ellas. Entre unas cosas y otras, el General Castaños, que
había aceptado de buen grado pernoctar en nuestro castillo. seguramente pactó
su arribó a Manzanares, de acuerdo con nuestra Junta Local de Gobierno, para la
emblemática fecha del 15 de Agosto de 1808, festividad de Nuestra Señora de la
Asunción… A falta de ferias, que aquel año no se celebraron por la guerra, la
Plaza lucía engalanadísima y radiante… Al reclamo de los pregoneros del
Ayuntamiento, casi toda la gente del pueblo, incluidos varios de los paisanos
que participaron en la batalla de Bailen, integrados en aquel heroico
regimiento provincial de Ciudad Real que, al mando del coronel Ximenez Pedrero,
frenó en seco, y definitivamente, los postreros intentos de Dupont …
Esa mañana
del 15 de agosto de 1808, en la Plaza pública de Manzanares, se congregó una
multitud exultante de felicidad, que disfrutaba todavía su reciente liberación…
Castaños entró a la Plaza por la calle de la cárcel, encabezando la división de
reserva de su tropa de ejército, acompañado del general La Peña, que la
mandaba. A los acordes de música militar, la tropa desfiló marcial para ir
ocupando el centro de la Plaza. Los veteranos soldados de Castaños, lucían
espectaculares en sus flamantes y coloristas uniformes, advirtiéndose en sus
rostros el orgullo de la gran victoria que habían conseguido en Bailen, hacia
menos de un mes. El alcalde Miret, el párroco Sotomayor y la Junta local de
gobierno de Manzanares, les recibieron con todos los honores, entre el delirio
general de casi todo el pueblo de Manzanares, que no paró de vitorear y
aplaudir a sus liberadores. El General Castaños, La Peña, y otros mandos
principales de la tropa, visitaron la Parroquia, y luego fueron agasajados en
el Consistorio, desde cuyos balcones, el general Castaños leyó un vibrante y
emotivo discurso, en el que agradeció y destacó el patriotismo del pueblo de
Manzanares, con unas históricas palabras que, a continuación, le entresaco, .de
todo lo que escribieron varios de nuestros curas del clero local, años después,
en el Manuscrito de la Merced:
“…y no sería sin fundamento, no quitando a nuestros
generales y soldados la gloria que adquirieron en esta jornada, al afirmar que
la tal derrota de Dupont, y su rendición inesperada, se debió en gran parte a
los procedimientos de Manzanares…. Así lo aseguró el Ecmo. Sr. General Castaños
en su tránsito por esta villa después de esta memorable victoria”….
Al día
siguiente, 16 de Agosto, Castaños, tras pernoctar en el castillo, partió con
sus tropas a Madrid, donde llegaría una semana más tarde, en olor de multitud,
tras haber sido celebrado y agasajado en los diferentes pueblos que atravesó
por La Mancha…
Manzanares,
por su parte, siguió disfrutando de su recién lograda libertad en los días que
siguieron. Todavía, antes de terminar ese magnífico agosto, nuestra Junta local
de gobierno, recibió en el Consistorio a los miembros de la Junta Superior
Gubernativa, que, desde Sevilla, organizó toda la estrategia del ejército
andaluz de Castaños. Como era de rigor, el Presidente de dicha Junta, D.
Francisco Saavedra, y su secretario, D. Martín de Garay, hicieron un panegírico
de Manzanares, y su importancia en la victoria final, instando a nuestros
dirigentes a mantenerse en alerta, y con la misma actitud, ante la previsible
nueva reacción francesa,.. a lo que correspondieron nuestros municipes con
muestras de reconocimiento a esa Junta y al ejército andaluz que nos había
liberado, asegurando a Saavedra que, de volver, los franceses tendrían cumplida
y eficaz respuesta, palabras premonitorias de lo que ocurriría, antes de acabar
ese 1808, cuando, efectivamente, los temerarios galos osaron regresar por
nuestros lares manzagatos, concluye divertido, y entre risas, D. Cosme, su
referencia a este episodio .
Ahora, es
ya, mi querido cronista, momento de punto final a este relato, que ha servido
para mostrar, una vez más, y van ya muchas, ese carácter hidalgo y determinado
de las gentes de esta insigne villa histórica de Manzanares de La Mancha, capaz
siempre, ante el cambio favorable de sus circunstancias inmediatas, de
trastocar, enseguida, un estado de cosas trágico y complicado, en una situación
de bonanza y de sencilla eficacia.
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