¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores o, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

¡Nada más, amigo/a! Gracias por estar con nosotros, con su familia y su sempiterno recuerdo.

HERMANADAS.

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M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

jueves, 17 de junio de 2021

305) Relatos Pedro Villarroel. MANZANARES 1912. UN PAISANO HARTO DE IMPUESTOS.

 

Ya hemos visto en numerosos relatos, me dice D. Cosme al comienzo de éste, que durante toda la Guerra de la Independencia, Manzanares fue un territorio de ida y vuelta, donde con frecuencia era conquistado por los gabachos y, al poco… o mucho tiempo, como en esta última ocasión de 24 de junio de 1812, reconquistado por las guerrillas o por el ejército español…. 

Cautivos o liberados, dice D. Cosme con sorna y retranca, invariablemente: galos o iberos, imponían su particular fiscalidad… y es que, mi querido amigo, con guerras o sin ellas, los poderes públicos de cada momento, y desde que el mundo es mundo, se nutren de los sufridos ciudadanos… y es claro que, además, los paganos más seguros, ya se sabe quienes son… los comunes del pueblo llano….que la nobleza, ya sabe buscarse siempre cambalaches de todo tipo para el escaqueo, a la hora de cotizar al erario público... termina, así, D. Cosme su introducción al relato que nos ocupará a continuación, riéndose a carcajadas y a mandíbula batiente… 

Pero, yendo al grano de la crónica, continua D. Cosme, y para rebajar la tensión de estas últimas e intensas disertaciones sobre la guerra de la independencia y Manzanares, yo quiero contarle, en ésta, algo, quizá poco trascendente, pero que vale para mostrar la personalidad de nuestro paisanaje… y que servirá para un escrito distendido y divertido. Por aquella época desordenada e imprevisible, los impuestos no estaban regulados, ni mucho menos… consistían, casi siempre, en requisas, petición de comestibles, diezmos individuales o por familias, etc.. que solían ir destinados al "mantenimiento" de la tropa correspondiente que estuviese instalada en la villa, ora francesas… que solicitaban sus imposiciones en beneficio de la "ilustración" y el progreso... ora españolas, que lo pedían en aras de la "liberación" y de la "Patria"…. el caso es que, por unos u otros motivos de semejante calado, lo cierto era que, unos y otros, “pasaban el cazo” continuamente por las casas del pueblo, y el "esquilmamiento" que sufría nuestra gente cada dos por tres, condujo al cabreo progresivo de todo el espécimen humano del pueblo… y a rebeliones individuales, más o menos belicosas... a veces con tintes pintorescos y divertidos…de algún particular, cuando le solicitaban determinados impuestos peculiares y curiosos.. 

Ese fue el caso del episodio que ya paso a contarle a usted y a sus lectores, del que fue protagonista un paisano muy conocido en nuestro pueblo por entonces….y que, también desde entonces, al quedar escrito el sucedido en atestados de los impositores, pasaría a la “letra pequeña” de la historia de nuestro Manzanares… D. Juan José Camacho, que era como se llamaba el referido vecino, resulta que el día 22 de Octubre de 1812, entre 9 y 10 de la mañana, paseaba por nuestra Plaza pública, seguramente comprobando el adecuado abastecimiento de su reputado tocino en alguno o en varios de los puestos ambulantes del mercadillo local… Manzanares, se lo recuerdo, dice jocoso D. Cosme, estaba entonces "liberada" por tropas españolas… pero, no por ello, liberada de pagar "impuestos"… Por esa razón, y a esa hora más o menos, sigue D. Cosme, al advertir la presencia en la plaza del susodicho paisano Camacho, el alguacil de nuestra villa, Don Agustín Navarro, acompañado de un militar, y el correspondiente mandato judicial, salieron del Ayuntamiento y, haciéndose el encontradizo, abordaron al protagonista de la historia que les estoy contando, dice D. Cosme... 


En realidad, alguacil y militar tenían previsto ir al domicilio particular de Camacho esa mañana, pero aprovecharon la coyuntura y, allí mismo, en La Plaza, le entregaron el mandamiento, en el que se le reclamaban…"Una ración de 28 onzas de tozino salado, para 7 soldados enfermos"…. Sorprendido por el abordaje y el reclamo, tras un momento de perplejidad, en que enmudeció, Camacho reaccionó y les espetó, con cierta brusquedad,, "si es que no existía en Manzanares más tozino que el suyo"(posiblemente, porque ya se lo habían requisado más veces, gabachos, o compatriotas, rie, D. Cosme)...  para añadir de inmediato, de manera firme, seca y cortante, que de ese "comestible" no había raciones estipuladas…, espetándoles que "él compró su tozino y, por tanto, si salía de su casa, era por que alguien se lo pagaba"… y parece que también alegó que le resultaba raro lo de los soldados enfermos, puesto que no había, por entonces, un hospital funcionando en el pueblo… vamos que no se lo creía…. y que, por lo tanto, él no “colaboraba” de ninguna manera… y la hacienda patria no se beneficiaría de su tocino!...termina, riendo, D. Cosme su propia ocurrencia…

Naturalmente, la negativa de Camacho no convenció al alguacil… y la controversia que vino a continuación debió subir de tono, aparte del bacineo y tozudez propias de la naturaleza manchega….Finalmente, Camacho sugirió al alguacil, con cierta sorna, que “tomase el tozino del almacen general de la villa”, broma que no debió agradar al probo funcionario de nuestro Ayuntamiento, que, por eso, (y seguramente por alguna que otra imprecación malsonante de Camacho, erigido en firme defensor de su tocino y hacienda)…pues que terminó acusando al tocinero de insultos y desacato a la autoridad. De forma y manera que lo siguiente fue que el paisano Juan Jose Camacho, acabó enchironado en la cárcel situada unos metros más allá, en uno de los contornos de nuestra Plaza Mayor, donde se habían desarrollado los hechos. 

Acto seguido, encabezados ahora por el alguacil mayor del Concejo de la villa, Don Felipe Peñuelas, otros funcionarios y el militar, se dirigieron al domicilio familiar del ya preso Camacho… donde golpearon la puerta, hasta que, desde el interior de la casa, les contestó una hija del encarcelado, quien tras hacerse cargo de quienes eran los que aporreaban su puerta, ser informada por ellos del apresamiento del padre y del mandato de requisa tocinera, se negó en redondo a abrirles y cederles paso, demostrando la hija del Sr Camacho tener los mismos o más arreos que su padre, haciendo honor al refrán castellano… “de tal palo tal astilla” … 

                                   Plaza de la Constitución, principios siglo pasado.

El Sr Peñuelas, incrédulo y sorprendido por la tozudez y firmeza del clan Camacho, tras unos momentos de duda y perplejidad, decidió hacer valer su autoridad, y amenazó a todos los convivientes de la casa con el mismo destino que el cabeza de familia, si se seguían resistiendo a cumplir con lo demandado, advirtiéndoles que…"si no querían darlo bien a bien se llebase un cerrajero"..... Al oír esto, la hija de Camacho, en su línea de "armas tomar", exclamó que…. "no daría el tocino, aunque fuese una compañía de soldados con bayoneta calada":... El Alguacil, que ya no podía desdecirse, y estaba dispuesto a cobrar como fuera el impuesto en tozino, hizo buscar a un cerrajero, y como no lo encontraban, procedió a ordenar a la fuerza del orden acompañante la entrada a la casa de manera expeditiva, y dado que la puerta estaba cerrada con llave, según declaró la hija, “la emprendieron a patadas y a golpes de ariete hasta derribarla”… la hija de Camacho, sin poder hacer otra cosa que increpar a los asaltantes al genuino estilo familiar… vió como entraban a saco en su vivienda, los funcionarios y el soldado, rebuscando el tozino por alhacenas, cuevas y habitaciones… 

Encontrado y requisado, el botín tocinero, la autoridad y acompañantes se marcharon… eso si, dejando a la hija de Camacho un recibo de todo lo incautado, “tal como Dios y la ley mandan”…. así como una requisitoria para el enjuiciamiento de los hechos… Este momento del asalto a la vivienda, fue descrito por la hija de Camacho, en el citado juicio posterior, celebrado días después en el juzgado de Manzanares, en los siguientes términos: ..."para poner un puchero a los enfermos... cual francés, allanaron mi casa, rebentando a golpes el cuarto despensa donde estaba el tozino y otros efectos, sacándolo de aquel a discreción". Desde la cárcel, reclamó Camacho mediante un memorial, quedando en libertad tras pagar una multa...aunque se le volvió a detener y multar otra vez, por desobediencia, tras volver a negarse a pagar las 28 onzas de tocino ....diciendo, ante escribano, que"no le daba la gana"

Y con todo lo relatado, querido plumilla, puede dar fin a la crónica, que ha pretendido distender y divertir un poco a sus lectores, relatando la peculiar manera de recaudar impuestos de aquel tiempo… y, describiendo de paso, el no menos acendrado carácter del paisanaje manchego, ejemplificado en este caso en la familia Camacho de la villa de Manzanares de La Mancha…

 

 

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