En 1959, Melchor Díaz-Pinés Pinés, elabora este apunte histórico sobre Oretania, como origen de La Mancha actual y con el lema 'ORETO' participa en un Concurso histórico-literario, organizado por el diario madrileño de información " YA ".
Es muy parca la Historia en todo cuanto está relacionado con los orígenes regionales, así como de los primeros pobladores de la Hispania pero la escasa información que nos aporta, resulta del máximo interés. Desde luego lo que sabemos de la Oretania dice mucho de la vitalidad de sus primeros pobladores ya en tiempo anteriores a Jesucristo.
En las profundidades de un tiempo insondable ya existía la ciudad de Oreto, una región que desde la Edad del Hierro, fue llamándose Oria, Orasia y Oretum, hasta llegar a adquirir el de Oretania, localizada en la actual villa de Granátula de Calatrava, en la provincia de Ciudad Real.
Según datos contenidos en el Diccionario Histórico de la provincia y el Diccionario-Estudio Calpe, edición de 1925, la Crónica General de España y los testimonios que aportan historiadores como Menéndez y Pelayo, Sandoval, Hervás, Pelayo de Oviedo y otros, se colige como fruto de sus investigaciones que la región Oretana fue una de las más antiguas de España.
Geógrafos e historiadores delimitaban su contorno desde los Montes de Toledo hasta las cumbres de Sierra Morena, llamando a esta cadena montañosa, el mismo Plinio el Viejo, Los Montes Carpetanos. Sus primeros pobladores, en opinión de los historiadores Marqués de Nadillac y D'Arboix de Jubainville, fueron los " Cunetas ", una muy poderosa rama del pueblo Ibero, que se establecieron en la cuenca del río Ana (hoy Guadiana), atraídos por la fertilidad de su suelo.
Sufrió esta región las sucesivas invasiones de los fenicios, rodios, griegos, cartagineses, romanos, godos y por fin la dominación árabe. Su religión rindió culto al dios fenicio Endovel ó Elma, para luego ser sustituído por la Diana Helénica, el Endovellico y Serapis Egipcio y otras divinidades hasta que los godos, bajo cuyo dominio llegó a alcanzar la Oretania su mayor esplendor, se consagraran a la religión cristiana, tanto que ya en el año 57 de nuestra Era y predicando la palabra de Dios, sufría martirio San Eufrasio, uno de los siete varones apostólicos.
Tertuliano decía en el siglo II, que toda España era ya cristiana y la Oretania tendría su primer Obispo en Andonio. Ya en el Concilio de Elvira, año 300 de la Era Cristiana, existirían representaciones de Cástulo y Mentesa, importantes ciudades de la Oretania y estaban ya constituidas como capitanías, dado el progreso natural y grado de civilización de sus habitantes.
Dicen autorizadas opiniones sobre el costumbrismo de los oretanos, que el mando recaía siempre sobre el más anciano varón de Oreto y que las Juntas ó Consejos se celebraban en esta capital, como más representativa. En tiempos de los romanos, la Oretania alcanzó el zenit de su prosperidad y se sabe que los cartagineses nutrieron sus ejércitos con gente joven de Oreto. El historiador romano Tito Livio, aseguraba que las formaciones legionarias de sus Césares, estaban formadas por los aguerridos soldados oretanos que luego habrían de vencer a Amilcar Barca.
Esta región, al igual que otras de la península Ibérica, cambiaron de nombre según la influencia dominadora. De ahí que la Oretania dejara de llamar así en el año 711, que fue el comienzo de la dominación árabe. En ese momento adopta el nombre de " Kalaat Raawak ", (Calatrava), acepción árabe que puede traducirse por " Castillo de las Ganancias " y que conservaría hasta el siglo XII, cuando las fuerzas del Rey Don Alfonso VI reconquistaron para la Corona todos estos territorios. En este momento ya se conoce a la Oretania con el nombre de " Manxa " para luego derivar en la " Mancha " de nuestros días.
La dominación árabe habría de dar al traste con esta civilización de siglos, en su intento de introducir el Mahometismo pero no habría de encontrar eco entre los nativos. No obstante, la invasión árabe fue nefasta para la Oretania que llegó a desaparecer prácticamente como nación libre y soberana, hasta el extremo que con la derrota de la batalla de Guadalete, empezó la emigración en masa de estas tierras hasta llegar casi a despoblarse. Montones de gloriosas ruinas quedaban del castillo y defensas de la, en otros tiempos, pujante Oreto. Toda su grandeza quedaría convertida en pocos años en una mísera aldea ignorada del que sólo queda el recuerdo que el poeta cantara:
Emulación ayer, de las edades;
Hoy cenizas, hoy vastas soledades
Que no os respetó el hado, no la muerte.
La Oretania milenaria desaparecía con la invasión de la 'media luna' para no levantarse más pero habría de realizarlo con otro apelativo cuando las circunstancias lo permitieran. Llegó con la victoria de las armas cristianas que acaudillaba Alfonso VI, que después de conquistar Tolaitola ó la Toletum árabe, avanzaron incontenibles con sus ejércitos en dirección a Andalucía y sacudieron del yugo mahometano a esta despoblada región.
Al fallecimiento de este Monarca, nuevamente se levantaron los africanos y estas tierras que se conocían con el nombre de Mancha, viéronse ostigadas con infinita crueldad por Harí, emperador de Marruecos, devastando sus nacientes pueblos y ciudades. La proclamación del nuevo Rey, don Alfonso VII, contribuirá a sosegar las huestes del poderoso musulmán que se agitaban en revolución y plena anarquía, disputándose la posesión de la antigua Oretania. Esta circunstancia supo ser aprovechada para, en el mes de Enero de 1147 reconquistar estas llanuras, escenario de batallas terribles y haciendo numerosos cautivos.
Desde entonces se llama " La Mancha " esta dilatada región que fue rescatada del dominio sarraceno por la coalición de los aguerridos soldados alfonsinos, con otros soldados, mitad monges, mitad guerreros, de la Cruz en el pecho, los que a punta de espada y por el valor de sus hombres, hicieron retroceder a los moriscos a tierras andaluzas. Los aguerridos Caballeros de las Ordenes militares, reconquistaron palmo a palmo sus tierras y La Mancha surgía como por encanto de las cenizas dispersas por el sueño de los siglos. Así nacía a una nueva vida, engendrada por la Oretania, una nueva región de España. Era La Mancha, que todo lo debía al heroísmo de un renacer incontenible.
La Mancha se pobló con extraordinaria rapidez, preferentemente por hombres llegados del Reino de Navarra, monges y guerreros, y habría de ser el santo Abad de Fitero, San Raimundo (Fray Raimundo Serra de Fitero, más tarde elevado a los altares), el que reclutara estos hombres, con el objeto de " combatir " a los enemigos de Cristo y del Rey.
La gran sequía del año 1213, el siguiente a la victoria de Las Navas de Tolosa, dejó nuevamente desiertas estas tierras porque el hambre y la ruina total se enseñorearon de sus habitantes. Tendría que ser unos años después, cuando el valeroso Arzobispo de Toledo, D. Rodrigo Ximénez de Rada, el que con sus propios bienes ayudara a su rehabilitación. Los caballeros, mitad guerreros y mitad monges, contribuyeron con su sangre y las tierras abandonadas volvieron a cultivarse. La Mancha triunfó en todas las victorias, merced a su espíritu de sobriedad y trabajo y hoy se nos muestra como unas de las más bellas promesas para el engrandecimiento de la España que nos vio nacer.
Murío Alfonso VII y fue sucedido por Sancho III, el Deseado quien otorgó a San Raimundo en enero de 1158, en el lugar de Almazán (Soria), la Carta donación y Texto de Escritura de los Campos de Calatrava pero cinco años después murío en Ciruelos (Toledo) y fue Don García el Primer Maestre de los Campos de Calatrava y así fueron sucediéndose hasta completar treinta Maestres, durante los trescientos años que duraría la institución más poderosa de Castilla en la Edad Media: La Orden de Calatrava, que mereció honores de Reyes y pontífices tanto por su abnegado valor y arrojo como por la austeridad y fervor religiosos demostrados.
La Reina Isabel la Católica, una vez tomada Granada, anexionó las Ordenes Militares a la Corona de Castilla, quedando en La Mancha como recuerdo no sólo las grandes hazañas de sus caballeros, su Historia, en fin, sino los vestigios de sus edificaciones y castillos medievales.
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