¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores o, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

¡Nada más, amigo/a! Gracias por estar con nosotros, con su familia y su sempiterno recuerdo.

HERMANADAS.

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M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

miércoles, 10 de abril de 2013

Las Fiestas de los JUDAS, aún perviven en muchos pueblos manchegos.

El 17 de Abril de 1960, Melchor Díaz-Pinés Pinés, envío la siguiente información al diario madrileño de noticias, " YA ".

Una de las fiestas profanas que aún perviven en muchos pueblos manchegos, precisamente por su popularidad y simpatías, es la de los Judas cuyas fiestas siguen arraigadas entre las clases modestas, sobre todo por parte del los jóvenes.



En muchas casas manchegas, se realizan grandes muñecos o peleles del tamaño de un hombre, a los que se intenta imprimir el mayor realismo y naturalidad de ademanes y tipo y una vez confeccionados y colocados detrás de las puertas de las casas, se invita con cualquier pretexto a los vecinos próximos y a los parientes y demás conocidos para que les visiten. Los recién llegados, llevan el consiguiente susto al ver tan extraña figura, aunque es inmediata la reacción festiva que trasciende a manifestaciones humorísticas y a celebrarlo con buen vino y cochura del horno.

En algunos lugares y desde los balcones, se arrojan a la calle - generalmente llena de gentes - tiras de aleluyas y caramelos, entre el regocijo de la muchachada.


Esta antiquísima costumbre, según el decir de los más viejos del lugar, era sostenida porque a la figura del Judas, se le quería vejar y escarnecer por la traición que hizo a Jesucristo, vendiéndole por treinta denarios. En tiempos anteriores a la Guerra Civil española, prácticamente todas las casas hacían sus peleles y existía competencia y buen gusto a la hora de confeccionarlos, compitiendo en buena lid por el mejor muñeco. Se colocaban en las puertas de las casas y en los balcones.

De esta forma, siguiendo la tradición de estos pueblos creyentes, se interpretaba el escarnio a que Judas se hizo acreedor, por su mala acción contra su Maestro.


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