El 14 de Junio de 1960, Melchor Díaz-Pinés Pinés, envió la siguiente información al diario madrileño 'YA'.
Hace pocos días que unas determinadas circunstancias, de tipo fortuito, han permitido reunirse a un grupo de manchegos allí residentes y hasta entonces ignorados.
Un joven de Manzanares de espíritu aventurero, Juan Caba Pedrazo, de 41 años, salió de su casa paterna una vez cumplido el servicio militar, sin rumbo conocido. Después de visitar algunas naciones europeas, trabajando en las más diversas ocupaciones, recaló en la capital de Méjico, en donde actualmente y por su espíritu de trabajo, sacrificio y honradez, ocupa el cargo de administrador general de una empresa, cuyo propietario es español.
El Sr. Caba Pedrazo, decidió contraer nupcias con su novia, que es hija de manchegos, de la localidad toledana de Urda. Cuando la pareja fue a la Parroquia correspondiente a tramitar sus documentos para el matrimonio y al dar su filiación, fue efusivamente saludado por el Párroco, D. Julio, con las expresivas palabras de " Somos paisanos " porque el sacerdote que les atendía era de Ciudad Real. Ya pueden suponer, según cuentan familiares, que la ceremonia de boda revistió carácter de extraordinaria solemnidad, en atención al paisanaje entre el celebrante y el contrayente.
Poco tiempo después de la boda, la joven esposa del Sr. Caba, tuvo necesidad de ser atendida en un Hospital y al intimar con la monja que la atendía, nuevamente se produjo la exclamación ya conocida de " somos paisanos ", ya que la monja era de Daimiel. Eso sí, esta vez, el eco del paisanaje tuvo respuesta en otra enferma de la misma sala, que reclamando sus derechos, gritó aquello de " yo soy de La Solana ", uniéndose todos en el estupor y contento general.
Ya ven, como circunstancias de tipo fortuito, han producido el encuentro de unos paisanos de Ciudad Real, Manzanares, Daimiel y La Solana, además de la vecina y manchega Urda. Por supuesto que en esta ocasión también recibieron enormes atenciones por parte de la monja daimieleña.
Me cuentan que ya han constituido una peña manchega a la que se han agregado otros paisanos y que se ven con mucha frecuencia para hablar de su tierra, comentar vivencias de sus pueblos y para soñar, para añorarlos, sobre todo en lo tocante a sus vinos y al queso manchego.
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