¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores o, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

¡Nada más, amigo/a! Gracias por estar con nosotros, con su familia y su sempiterno recuerdo.

HERMANADAS.

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M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

martes, 29 de diciembre de 2015

9). Relatos Pedro Villarroel: MANZANARES, 1912, PASEANDO ENTRE PUENTES

La mañana había avanzado hasta el mediodía y, allí, sentados en el Banco de la Paciencia, tuvimos suerte. Antes que las agujas del reloj de bolsillo de quien esto escribe, hubieran recorrido diez mínutos, un ligero temblequeo y el silbido de la maquina de la “serpiente de hierro”, nos advertía que se aproximaba un “mercancias” … y pudimos escuchar enseguida, cada vez más intenso y cercano ese sonido, rítmico, ruidoso y ensordecedor que anuncia el paso del tren,… eso que los paisanos del pueblo que allí acuden, buscando contemplar ese pequeño espectáculo ritual, tardan a veces horas en conseguir…. De ahí, precisamente, el nombre que se le daba a ese banco, según me explicó Don Bernardino…


Ese tiempo, antes del paso del tren, fue ciertamente breve… solo diez minutos … muy poco tiempo sí, … pero el suficiente para percibir una especial sensación de silencio y relajamiento del espíritu, que parece querer salir de nuestro interior hacia el horizonte llano de La Mancha que se extiende tras las vías,… y eso, a pesar, en nuestro caso, de los acordes de la música ensayada a nuestra espalda, en el Kiosko del final del Paseo del Rio,… incluso ese sonido parecía “desaparecer” de nuestra audición, dejando paso a ese “silencio especial” del entorno… Es curioso que, cuando comenté ese sentimiento personal a mis acompañantes, todos me dijeron, sonrientes y sin inmutarse que, “cualquiera que este allí sentado un rato, siente lo mismo…es la “magia” del Banco de la Paciencia”… Imperceptiblemente, uno queda ensimismado en un horizonte que, se aleja… y se aleja, y se lleva los pensamientos y los sentidos!!…queda sólo la quietud de una “cierta nada”, tranquila y algo hipnotizante… seguro que si alguno de ustedes es de Manzanares habrá sentido lo mismo alguna vez ….
…El paso del tren anuló el mucho más armonioso y rítmico sonido de los pasodobles que ensayaba, en el Kiosko de la música, la Banda de Manzanares. Nos levantábamos, para seguir el camino que nos habíamos propuesto, pero, antes, observamos como los músicos empezaban a bajar del templete… su ensayo había terminado…El Sr Torres aprovechó la ocasión para presentarme al “maestro”…Don Julian Sanchez-Maroto,


como el mejor “almirante”, fue el último en descender del Kiosko y, cuando “aterrizó”, alli estábamos para estrechar su mano…era un hombre joven, menudo y enjuto, de aspecto y mirada vivaz…Le felicitamos por como sonaba su orquesta, a lo que él, con un ademán, quito mérito, y dijo enseguida que había que trabajar todavía mucho para llegar bien a los conciertos previstos el mes siguiente…Don Julián, nos comentó su querencia por su pueblo, lo que le hizo regresar, en cuanto pudo, de la Capital, donde su carrera y estudios, seguro le pudo hacer llegar a más altas alturas musicales, pues destacaba en ese arte desde su más tierna infancia, cuando ya tocaba en la banda municipal de Manzanares…Nos despedimos al poco y, cuando dimos vuelta hacia las vías del tren, enfilando el pinar que quedaba a nuestra izquierda, el Sr Torres me dijo que este “pequeño gran hombre”, conseguiría hacer famosa la Banda de Manzanares… de momento, había conseguido asegurar su “vida” , pues poco antes de regresar él de Madrid, estaba en cuestión…hasta que, en un recibimiento memorable en la Estación de Manzanares, asombró al Rey Alfonso XIII, a todo su séquito y a las autoridades locales, por los acordes que consiguió “sacar” de su orquesta…Fue un momento decisivo, para que la Corporación Municipal se decidiera a consolidar a la Banda de Manzanares y a su maestro…


Entramos pues al Pinar, para, con el paseo, ir a conocer unos puentes que son iconos de este pueblo… Según caminábamos, a este reportero le dio por suponer, que todo ese entorno, a la umbría de sus pinos, estaba llamado a ser muy transitado en los años a venir, una vez que el Ferial y el Kiosko musical se habían instalado allí mismo…Ese “Paseo de los Pinos”, título que la fabulación del reportero dio a ese lugar, seguro sería, no solo lugar de transito frecuente, también era seguro que, su discreto alejamiento del bullicio del Ferial, sería utilizado por las “parejas de enamorados” del pueblo, para intercambíar caricias y arrumacos. En fin ensoñaciones de cronista, aficionado a dejar correr la imaginación,… aunque, por que no, quizá las cosas serian parecidas en el futuro…


Llegamos así a los “Cinco Puentes”…como es conocido en todo el pueblo. Su imagen, que perdura hasta la muerte en la memoria visual de cualquier manzanareño, se erguía ahora ante nosotros,,,. Se había construido hace años, para permitir el paso de los trenes que, en ese punto, habían de cruzar el río Azuer….y allí estaba, sencillo e imponente, tal cual es y será!!!.. Algún pescador de lucios, que estaba por allí con su caña, y otro hombre cruzando el Rio a saltitos, por un "camino de piedras", completaban una imagen reconocible por cualquier manzagato…Si, ese Azuer!!, ...donde muchos de Manzanares se bañan, cuando el tiempo y el mismo rio lo permiten, ... en el tercer o en el cuarto recodo, que, en llevando agua, da lo mismo...

Luego, girando, y siguiendo el camino que continuaba el ramal del río, nos fuimos fijando en el agua que surcaba rutilante y espumosa,...y así, llegamos al otro puente que buscábamos…el “puente de los pobres”, llamado así, desde el Siglo pasado, por coincidir con el punto donde se situaba la “guardia aduanera” de Manzanares, para controlar la posible entrada de “indigentes” al pueblo...esa pobre gente tenia que darse la vuelta, o quedarse allí, guarecidos, “bajo el puente”, cuando su cauce estaba seco....


Otro entorno clásico de Manzanares quedaba así en nuestra retina…desde allí, el camino de Andalucía se adentrará en el pueblo, dejando a la izquierda otra rama del Azuer, hasta llegar al calicanto..Todo ese camino, y su final, es otro paseo eterno y perdurable de Manzanares, que sus paisanos conocen "al dedillo"...Pero antes, en ese camino al sur, y en dirección contraria, desde el puente de los pobres el caminante puede ver otros dos lugares legendarios de este pueblo…un enorme coso taurino, emplazado en una ligera elevación del terreno y una pequeña Ermita, donde se desarrolló el episodio hístórico más relevante de la historia de este pueblo…pero eso da suficiente para otra nueva crónica, pues el espacio que deben tener estos pobres escritos de reportero tienen un límite…y las historias de Manzanares no lo tienen nunca….


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