¿Damos un paseito por Manzanares?

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Todo cuanto vas a encontrar en él, es una muestra de cariño y admiración a un padre, MELCHOR DÍAZ-PINÉS PINÉS, uno de esos tantos padres del mundo que creen en la familia y luchan por ella, que aman a su tierra, que la trabajan y reivindican con constancia. Es posible que los manzanareños más jóvenes pudieran encontrar en el blog algunos hechos, sucesos, curiosidades, costumbres que ya han desaparecido, que quizás hayan escuchado de sus antecesores o, simplemente, que no conocen y puedan resultarles de interés.

¡Nada más, amigo/a! Gracias por estar con nosotros, con su familia y su sempiterno recuerdo.

HERMANADAS.

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M A N Z A N A R E S, en La Mancha.

martes, 22 de diciembre de 2009

Almagro, Escuela de Maestría Industrial en el siglo XV.




En abril de 1964, Melchor Díaz-Pinés Pinés, siempre cautivado por la belleza de la querida ciudad vecina de Almagro, escribía el siguiente artículo.





Son varios los historiadores que coinciden en catalogar a esta villa calatraveña, otrora sede de la Orden Militar del Campo de Calatrava, como pionera en la labor encajera, donde existía una Escuela de Maestría Industrial en la rama de encajes, allá por el siglo XV. Su prestigio y fama en la habilidad artesana del encaje de bolillos así como su singular estilo, traspasaron nuestras fronteras, compitiendo con las ya clásicas labores de Valencienes, Alençon, Guipur Chantilli y otros de aquellas épocas, llegando a imponerse en las cortes Europeas como signo de distinción y elegancia.

Cuando la artesanía del encaje adquirió mayor rango industrial fue en el año 1786, bajo la dirección del matrimonio Fernández-Lambert que estableció en la villa de Almagro la primera industria encajera, favorecida por el apoyo económico y moral del Rey D. Carlos III ,que fue uno de sus esforzados paladines.


En la Calatrava antigua y aún en nuestros días, como respetuosa tradición, rara era la casa donde hubiera mujeres y hasta niñas, que no supieran colocarse delante de la almohadilla y realizar esta bella habilidad femenina que aportaba saneados ingresos a la familia, simultaneando estos quehaceres con las labores del hogar.
A mediados del siglo XIX más de 6.000 operarias trabajaban para la industria del encaje, a las que se les suministraba el hilo necesario para sus tareas. La industria siguió creciendo pues la exportación fue en aumento, abriendo fronteras en casi todo el mundo. En la actualidad y tras haber vencido una década de incertidumbres, nuevamente ha recuperado su pujanza y las cifras de producción, entre la villa de Almagro y villas cercanas, se tasa en decenas de millones de pesetas. Bien es cierto que a las obreras muy calificadas se las rifan en todo el mundo y son muchas las que deciden la aventura de la emigración.


¡ En fin, señoras y señores!. Ya saben el dicho popular .... Cuando oigan decir que tal o cual pieza es de Almagro, que sepan que se habla de  algo difícil, bello, artesanal, que es sinónimo ... de ' un encaje de bolillos'.



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