¡ Solo un poco de historia ... !.

Un poco de historia referida a mi padre,  Melchor Díaz-Pinés Pinés (1909-1981), antes de comenzar a reproducir artículos periodísticos de su firma, escritos entre los años 1950 y 1980 del pasado siglo.

Fundamentalmente, escribía sobre el campo manchego, daba datos de sus cosechas, semanalmente ofrecía precios del mercado vitivinícola y sobre todo, relacionado con el 'agro', palpaba el ánimo del campesino ante los avatares climatológicos, vivía sus alegrías y desdichas y las contaba, participaba en sus circunstancias del momento y compartía sus logros y esperanzas. Sus citas semanales y mensuales con las revistas Agricultura, La Gaceta Rural, Campo, Revista Agrícola y ganadera, la Semana Vitivinícola y la corresponsalía de la Agencia EFE, le ocupaban todo su tiempo libre pues no hay que olvidar que su actividad profesional de toda la vida, la dedicó al comercio y librería. Con el discurrir de los años, le he recordado con frecuencia como un sembrador, sembrador de ilusiones, de buenos deseos y sano optimismo.

Quizás para salirse de la rutina, por su gran afición ó por no encasillarse demasiado en la información agrícola, desarrolló también una importante labor de investigación sobre la historia de Manzanares, rebuscando en viejas hemerotecas, contactando con personas relacionadas con la Historia del pueblo, estudiosos en general de temas históricos y analizando cualquier información relacionada con el pasado de su querido pueblo. De esos encuentros, he podido recuperar un documento de 1959, donde contactaba con el hijo de D. Natalio Rivas, poseedor de documentación relacionada con la vida y obra de la poetisa conocida como ' La ciega de Manzanares', tal como puede leerse en el documento escaneado que incluyo.

A pesar de mi pronta salida de Manzanares para enfrentarme a mi actividad laboral, le recuerdo con una vida diaria muy intensa y no daba crédito a que pudiera compatibilizar tantas tareas, ni siquiera con la inestimable ayuda material y anímica de mi madre, Sagrario, que era la perfecta 'secretaria' y de mi hermana Teresa, que ya apuntaba maneras para tomar el timón del negocio de librería.

Gran aficionado a la filatelia, apenas podía atender sus colecciones de sellos, ni siquiera aprovechando los duros días de invierno manchegos, sentado en la mesa camilla, disfrutando del calor del brasero. Esta es la imágen que más recuerdo de mis cortas visitas a la casa familiar, escuchando los relatos de sus vivencias en la guerra civil española ó de aquella foto qué él mismo captó, de la impactante cornada del toro Granadino a Ignacio Sánchez Mejías, la tarde del 11 de agosto del 1934 en Manzanares. ¡ Por cierto, una gran exclusiva, como se diría en nuestros días y que dio la vuelta al mundo !.