Querido amigo,
titulo, así, el relato -dice D. Cosme- porque, como en siglos precedentes,
también en ese siglo ilustrado del XVIII, la villa de Manzanares “ilustró” a
las gentes de otros pueblos ribereños del Azuer, sobre como aprovechar la
potencialidad de sus aguas temporeras... Sin duda, Manzanares, siempre fue
pionera e innovadora en el aprovechamiento del agua del Azuer, siendo, por esa
causa, motivo de admiración y envidia de pueblos vecinos...y, desde luego,
sustrato suficiente para un nuevo relato..
Y es que, sigue D. Cosme, desde sus comienzos como Lugar, en el Siglo XIII, y
como va de sabido y requetecontado en estas crónicas, parte de la población
“aborigen”, asentada en el solar donde, luego, se fundó Manzanares, era
especialmente hábil, quizá por genética árabe, en la construcción de acequias,
norias y sistemas de riego, capaces de ofertar agua, incluso en épocas de seca
estacional del río.. De hecho, los primeros calatravos llegados aquí,
seguramente decidieron construir el castillo que daría origen al Lugar de
Manzanares, en uno de los altozanos más próximos al curso de ese río Azuer,
para tener a la vista al vecino Lugar de La Membrilla, pero también para dejar
la fortaleza cercana a la riquísima feracidad de la vega abierta ante sus ojos,
impropia de las resecas planicies de la zona.. y, entonces, además, supieron
atraerse a esos “indígenas” del Lugar, para que, a cambio de protección y
trabajo en la construcción del castillo, estos les proveyesen de los productos
que cultivaban en la vega y del conocimiento de sus artes y técnicas de
aprovechamiento del agua, para el desarrollo futuro del Lugar...
Y así fue,
sigue D. Cosme, que nuestra pequeña Encomienda, llamada a focalizarse en la
ganadería y el pastoreo, por su ubicación en un cruce de cañadas reales, se
transformó de manera increible, en los dos siglos siguientes, en una de las más
ricas encomiendas calatravas, por la eficiente cultura de sus huertas y
tierras, mediante la construcción de acequias y norias, que obtenían máximo
provecho de las aguas del Azuer y del rico acuífero del subsuelo del Lugar de
Manzanares...Pero, sigue D. Cosme, esa pujante agricultura de Manzanares,
incrementó todavía más su feracidad en el Siglo XVI, tras la brillante e
innovadora idea de algún paisano nuestro, quien mandó hacer, a finales del
Siglo XV, un canal artificial o “madre nueva”...que, naciendo en un punto del
cauce natural del rio o “madre vieja” (muy cercano a la pequeña ermita de Santa
Ana, en la frontera de Membrilla con Manzanares), desviaba gran parte de las
aguas del rio, hasta unos aledaños del sur de la villa, para regar unos quiñones
de tierra, alejados del curso original de la “madre vieja”….Esa misma idea,
hizo prolongar por el interior de la villa, en lo que hoy conocemos como “Paseo
del Río”, el dicho cauce de la “madre nueva”, lo que dio riquísima vida
agrícola a una parte de la vega, también alejada del curso natural del río, y
ubicada en un costado del citado Paseo, que llegó a ser conocida desde
entonces, por su feracidad, como “la isla verde”…
El 'Calicanto', en una imagen de 1958. |
Pero el ingenio manzagato en
el uso de su río no se paró ahí, y antes que mediase aquel “siglo de oro” de
nuestra villa –continua, exultante, D. Cosme-...algún otro paisano pensó que el
gran caudal de esa “madre nueva”, en su parte final, una vez regados los
quiñones antedichos, podría ser todavía aprovechado, antes de su reencuentro con
la “madre vieja”, en el terreno que queda más allá de lo que hoy llamamos
“alamedilla”, para construir molinos hidráulicos de harina y aceite…y, pensado
y hecho,...“El Grande”, “El Chico”, el “Don Blas”, el “Carnicero” y el “Torre
de Moratalaz”, en el orden que queda dicho, sigue D. Cosme, constituyeron el
elenco molinero fundamental de la villa de Manzanares, que se hizo famoso
enseguida, en toda la región manchega, por su rentabilidad en esos menesteres,
a pesar de las limitaciones de un pequeño río temporero, como el Azuer...
Empero, querido amigo, sigue D. Cosme, una vez más, fue aplicable a la
situación ese refrán castellano que dice eso de: “cuanto más tienes… más
quieres”… el conflicto de intereses por el agua entre molineros y regantes
quedó servido, ninguno de ellos estaba dispuesto a tener que repartir las aguas
del Azuer con el otro, los regantes dijeron que ellos estaban “allí” primero… y
que, sin embargo, los molineros se quedaban con casi todo el agua… los molineros
argumentaban lo mismo, pero al revés, decían que a sus molinos, por estar al
final del canal, no les llegaba casi nada de agua, por la avaricia de los
regantes, que se quedaban casi toda… La solución del conflicto, sigue D. Cosme,
llegó, al final de la segunda década del siglo XVII, tras un largo proceso, y,
tras la intervención sucesiva de varios ilustres manzagatos, llegándose a un
reparto salomónico de las aguas,, que resultaría satisfactorio para regantes y
molineros...
El primero de esos paisanos D. Juan López de Alcazar, cuantificó
con exactitud milimétrica todos los quiñones nutridos por la “madre nueva”,
identificando propietarios y rentabilidades de los mismos, trabajo que puso en
manos de otro paisano ilustre, el maestro alarife Alonso de Arenas, quien fue
el artífice de una magnifica obra de ingeniería hidráulica, a base de
alcantarillas y salidas de agua, dispuestos estratégicamente a lo largo del
cauce de la “madre nueva”, con la que logró un aprovechamiento máximo de sus
aguas, satisfactorio para los litigantes… De hecho, los regantes obtenían
establemente el agua que precisaban y, al final del canal, llegaba a los
molinos una cantidad de agua mayor que al inicio de las disputas . El
esplendido y minucioso trabajo de López de Alcazar, y la no menos brillante
obra de Alonso de Arenas, servirían de base al famoso croquis, dibujado por el
tercero de los ilustres paisanos que le referí antes, D. Esteban de Perola, una
ilustración perfecta y avanzada a su tiempo, el año 1616, que sirvió de matriz
para obras similares en otras villas, y que certificó, también en el siglo
XVII, el liderazgo de Manzanares en el aprovechamiento de las aguas del rio
Azuer…
Otra vista del 'Calicanto' en los años 50' del pasado siglo XX. |
Pero esta brillante solución local, quedó engrandecida, en esa misma
primera época del XVII, con la más ambiciosa estrategia regional, urdida por el
entonces Comendador de Manzanares, II marqués de Velada, para conseguir que el
“bajo azuer”, el que pasa por Manzanares, lograse aún más beneficios…Velada,
instruyó a sus “veedores” para que revisasen el curso del Azuer, desde su
nacimiento hasta su desembocadura, y, así, llegó a saber que, en todo el río, a
finales del Siglo XVI, existían casi medio centenar de molinos en
funcionamiento…y que los más importantes estaban en Manzanares y en la vecina
Membrilla… Sus ojeadores, hicieron saber a Velada que el Azuer podía
considerarse dividido en dos tramos por el pequeño puerto de Vallehermoso…y
que, “aguas arriba” de ese lugar, las características del terreno y del río,
solo permitían construir “molinos de cubo”, de productividad muy inferior a los
que existían “aguas abajo” del puerto, capaces de manejar mayores cantidades de
agua por la horizontalidad del terreno, lo que permitía, además, construir
balsas de agua para mantener la molienda en tiempos de sequía….Con esa
información, Velada maniobró en la Corte, planteando un conflicto de intereses
entre Ordenes, con el objetivo de potenciar los intereses Calatravos en
contraposición a los de Santiago…y convenció al Consejo de las Ordenes de la
mayor rentabilidad (tanto en regadío como en molinería) del tramo bajo del
Azuer,..que surca las tierras Calatravas y, por tanto, Manzanares,… con
respecto al tramo alto, integrado en tierras “santiaguinas”… El Consejo de
Ordenes, tomó medidas que dispusieron el cierre de muchos molinos del tramo
alto, al tiempo que potenciaban los más rentables molinos de los tramos bajos
y, por tanto, a los de Manzanares…Además, se dispusieron medidas estrictas
sobre las salidas de agua a quiñones y parcelas adyacentes al curso del río,,
asegurando un flujo mejor y más estable de las aguas a los tramos más bajos..
Todo ello, sigue D. Cosme, consolidó para los restos al bajo Azuer, como la
parte más productiva y efectiva del río…
Luego llego esa segunda mitad trágica
del XVII, funesta para Manzanares y todo el Reino; pero dentro de la penuria de
los tiempos, las cosas no cambiaron en lo concerniente al Azuer; y llegó, por
fin, el siglo XVIII, el que ahora tratamos, concretamente, en estos relatos
escritos…y, en Manzanares, el Conde de Aguilar, su último Comendador calatravo,
revivió, poco a poco, la magnífica potencialidad del Azuer, aunque ya se
advertía, en algunas ruinas, como las del molino de la Torre de Moratalaz, que
las posibilidades del río se habían llevado al límite en Manzanares…un límite
brillante, pero límite al fin. En el Catastro de la Ensenada, quedaría
registrada la actividad molinera de Manzanares en 1752, con una descripción
tasada y completa de todos los molinos que teníamos, de quieres eran sus
propietarios y de sus rentabilidades...
Era difícil imaginar que al ingenio manzagato se le pudiesen ocurrir más
mejoras para la explotación del Azuer, pero quien piense eso de nuestra gente
se equivoca de medio a medio, apostilla D. Cosme, y así fue que en la segunda
mitad de ese siglo ilustrado, la administración borbónica decidió hacer grandes
infraestructuras, entre ellas, diversos “Caminos reales”, para comunicar Madrid
con otras capitales del Reino. Como sabemos, se decidió que el “Camino Real de
Andalucia” pasase por Manzanares, lo que cambiaría la historia de este pueblo,
como ya hemos podido comprobar en algún relato previo, al hablar de la gran
actividad comercial y la proliferación de mesones y posadas que eso trajo
consigo.. Pero, en cuanto a lo que aquí nos ocupa, el Azuer y su explotación,
ese nuevo Camino Real, propició a Manzanares una posibilidad inesperada que,
ahora mismo, voy a contarle…Los ingenieros del Camino, comentaron a nuestras
autoridades que. en el trozo de camino que pasaba por Manzanares, era preciso
construir dos puentes; uno para salvar el cauce de la “madre vieja”, y otro
para lo propio con el de la “madre nueva”.
Nuestros mandatarios, anduvieron
ágiles de ideas y pensamientos, y ofertaron a los ingenieros responsables otra
brillante idea de aprovechamiento hidráulico.. diseñaron, en el puente que
saltaría la “madre nueva”, (conocido desde sus orígenes como el “calicanto”,
por su composición de cal y de canto) un complejo sistema de compuertas, presas
y desniveles, que permitía regular el caudal del agua que llegaba al curso del
Paseo del Río, al tiempo que consiguieron de los ingenieros, la construcción de
un pequeño nuevo canal que uniría el “calicanto” con el llamado “Puente de los
Pobres”, (el que salvaba el curso de la “madre vieja”)… Con este canal, que unía
ambos cursos del río, se conseguían dos cosas, un aliviadero de aguas de la
madre nueva, en épocas de crecida del río, y, por otro lado, un nuevo caz para
regar, por otro contorno, parte de la feraz vega del Azuer manzagato… y eso, una
vez más, fue reflejado hasta en la incipiente prensa escrita de entonces, como
una señal del liderazgo de nuestro pueblo en esas cuestiones de las
explotaciones acuíferas... tendremos ocasión de hablar sobre ello en otros
relatos, como también lo haremos de esos dos puentes históricos de nuestro
pueblo, que vieron la luz en el siglo de las luces, por la enjundia y
curiosidades que encierra su historia y características,…
Es ya momento, por bastante, concluye D. Cosme, de acabar este relato
recopilatorio de nuestra particular memoria histórica sobre el río Azuer…En
siguientes crónicas, nos centraremos ya en aspectos concretos y propios del
Siglo XVIII, como los puentes históricos que entonces se construyeron…
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