En este relato que
le propongo comenzar -me dice D. Cosme- quiero hablarle de una institución
castellana muy antigua, El Mayorazgo, vigente en el Reino de España desde la
Edad Media, pues “nació” en tiempos de la Reconquista,.. El Mayorazgo fue una
forma de asegurar la hacienda de una familia noble en un único “heredero”.
De
ese modo, continua D. Cosme, se pretendía controlar el poder económico del clan
familiar en una sola persona, con el objetivo de garantizarle una mayor solidez
y estabilidad... El Mayorazgo fue regulado en tiempos de los Reyes
Católicos, en el año de 1505, por las conocidas como “Leyes de Toro”.. En
ellas, sigue D. Cosme, se estableció el entramado legal que determinaba la
manera de concentrar la hacienda familiar en “el heredero”.
En el costumbrismo
social de la época de la Reconquista, sigue D. Cosme, El Mayorazgo, parece que
ganó muchos enteros entre la hidalguía castellana, por la propia circunstancia
histórica que se vivía, con la necesidad de afirmar la propiedad fronteriza de los
territorios que se iban ganando para el Reino, a la vez que evitaba muchos
litigios sucesorios, derivables de una división de la tierra entre varios
herederos, algo que en los Mayorazgos no se producía… Sin duda, sigue D. Cosme,
El Mayorazgo presentaba ventajas económicas, en un territorio como el Reino de
España, entonces en continuo cambio... Con El Mayorazgo, cambiase lo que
cambiase la hacienda de la familia, todos los bienes quedaban asegurados en el
“heredero”.
Las condiciones de la herencia, sigue D. Cosme, se concretaban al
crear El Mayorazgo; el heredero debía adoptar el apellido del vínculo, y solía
ser el mayor de los hijos varones, aunque no fue excepcional que se designara
otro hombre o mujer del clan familiar, si se le considerara más capacitado. Los
demás familiares, sólo podían heredar los escasos bienes libres, no ligados a
la hacienda, razón última, esta, por la que muchos de ellos, o ellas,
emprendían con frecuencia la carrera militar o eclesiástica, para no sufrir
dificultades económicas... En Manzanares, sigue D. Cosme, El Mayorazgo, tal
como indica el encabezado del relato, tuvo su representación más reconocible en
torno a la hidalga familia de los Quesada...y hablaremos de ella, ahora, en esta
crónica del Siglo Ilustrado, por varias razones; la primera, porque fue durante
este Siglo XVIII, cuando el Mayorazgo de Manzanares, alcanzó su mayor gloria y
esplendor, en la figura de Don Francisco Quesada Treviño, lo que nos permitirá,
además, hacer consideraciones sobre su persona, sin lugar a dudas, el paisano
más relevante de la centuria en nuestra villa y que poseía la mayor hacienda de
Manzanares en ese tiempo….
Además, hablaremos del Mayorazgo, para conocer la
historia del linaje de los Quesada en nuestra villa,… y por último, porque esa
institución de El Mayorazgo, desapareció en España casi a la vez que la misma
centuria, en los primeros tiempos del siglo XIX… Haciendo un poco más de
historia, sigue D, Cosme, en el Reino de España, durante la Reconquista, aparte
de la nobleza oficial, con sus linajes habituales: Condado, Ducado, Marquesado
o Baronía; se otorgaba el título de “hidalgo” a personas que se habían
significado en distintas batalles o lances militares a favor del Rey… Al ser
nombrados hidalgos, quedaban exentos de pagar impuestos, pero a condición de
recibir instrucción militar y permanecer a disposición del Rey, ante cualquier
eventual llamada a la guerra...
Manzanares, sigue D. Cosme, como muchas otras
villas que nacieron ya avanzada la reconquista, no tuvieron nobleza autóctona,
toda era “importada” de otros territorios, como los casos del Marquesado de
Salinas y, posteriormente, el condado de Sevilla la Nueva, y también ese era el
caso de todos los hidalgos que tuvo la villa desde su fundación… y, uno de
ellos, el primero del linaje Quesada, fue D. Bernardo de Quesada, un militar
que llegó a Manzanares al final del Siglo XV, en el año 1484, de la mano del
nuevo Comendador del Lugar, D. Alonso de Avila,…
Escudo de los Quesada-Treviño. |
D. Bernardo de Quesada, sigue
D. Cosme, falleció muy pronto y, a su viuda, Doña María Fernández, el Concejo
de Manzanares le retiró la condición de hidalguía, lo que pudo abortar en sus
principios la larga historia posterior de los Quesada en Manzanares… Pero el
Comendador Alonso de Avila, continúa D. Cosme,con su erudición habitual, intercedió
a favor de Dª María, en el pleito que mantuvo contra el Concejo de la villa…y
el Consejo de la Orden de Calatrava, determinó, finalmente, devolver la
condición hidalga a Dª Maria y a sus herederos; iniciándose la larga historia,
prolija en acontecimientos muy trascendentales para Manzanares, por mor de esta
hidalga familia., como, por ej, los protagonizados por el más ilustre de sus
miembros en el Siglo XVI, el bachiller Francisco de Quesada; quien fue Regidor
Perpetuo del Concejo de Manzanares, miembro del Santo Oficio y colaborador de
manera muy relevante en la redacción de las Relaciones Topográficas de Felipe
II, referidas a Manzanares, allá por los años que mediaron entre 1579 y 1581…
año, este último, en que falleció, legando una herencia estimada en más de
20.000 ducados...
Su viuda, D. Maria González de Hinoxedo, prosigue D. Cosme,
continuó la aportación familiar a la villa de Manzanares, fundando y
financiando la primera de las esplendidas y bellísimas capillas que tiene la
Catedral de Manzanares; la Capilla de San Ildefonso, que quedó terminada, para
mayor gloria de la Parroqial en el año de 1589... Poco después, en 1592,
continua D. Cosme, los hermanos Blas y Bernardo de Quesada, fundaron y
financiaron uno de los inmuebles más monumentales y de más historia que hay en
este pueblo de Manzanares, el Convento Monasterio de las Franciscanas de
clausura, donde ingresarían, como primeras monjas, cuatro mujeres del clan
Quesada. Al final de ese siglo XVI, D. Francisco Quesada Fernández, continuó el
linaje Quesada, estableciendo, la principal residencia familiar en el esquinazo
de la calle Ancha, con la calle que sería conocida por siempre, y por esa
razón, como calle del Mayorazgo...
Ya en el siglo XVII, sigue D. Cosme, D.
Francisco Quesada Canuto, continuó la saga.. De él, prosigue, ya supimos, al
comentar los incidentes de aquella famosa fiesta de moros y cristianos, la
zuiza, que acabó en un pleito, tras múltiples incidentes, donde el Sr. Quesada
Canuto, entonces alcalde y regidor del Concejo por el estado noble, se vio
implicado y fue sancionado por negligencia, al consentir que se incumpliera la
ley que obligaba a los moriscos a no portar armas. Sin embargo, a efectos del
presente relato, sigue D. Cosme, lo que más procede comentar de su trayectoria
vital, es que viene citado en la historia familiar, como fundador de un
Mayorazgo en el año 1628... que heredaría, ya con esa condición de Mayorazgo, su
hijo mayor, y primogénito, Alonso Quesada Canuto…
Rey Felipe V. |
El devenir de los Quesada en
ese siglo de penurias que fue el XVII, fue tan dificultoso como el de la gran
mayoría de la gente de la villa, al extremo que uno de sus hijos, Francisco de
Quesada, hubo de pleitear con el Concejo para mantener la condición de hidalgo,
tal como le sucedió a la viuda del iniciador de esta saga en Manzanares.. El
prestigio y ascendiente personal de este D: Francisco Quesada, fue bastante
como para lograr mantener la condición hidalga de su apellido, aparte de ser
nombrado por el sector noble, en varias ocasiones, alcalde y regidor de la
villa. A este Francisco, se debe la donación de parte de la casa familiar, que
amplió la colindante Ermita de la Veracruz, a cambio de permitirle abrir una
ventana que comunicaba la ermita con la casa, y le permitía rezar y tener,
frente a frente, al inconmensurable Cristo Arrodillado del Perdón, la imagen
más venerada de la villa de Manzanares.
La boda de Francisco Quesada Canuto, en
1704, con Agueda María Treviño Céspedes, perteneciente a la distinguida y noble
saga Treviño, de Ciudad Real, supuso un enorme incremento patrimonial para el
Mayorazgo, constituyendo, sin lugar a dudas, la mayor y más rica hacienda de la
villa, que luego heredaría el gran Francisco de Quesada Treviño, a quien
citamos al inicio de la crónica, y con quien la terminaremos, apostilla D.
Cosme...
D. Francisco Quesada Treviño, que había nacido en 1705, con la suma en
su Mayorazgo de múltiples bienes de las dos ramas, concretó una hacienda y un
patrimonio extraordinario, al que unió, por herencia, la mitad de los también
cuantiosos bienes que tenía en la villa su tío, el Presbítero D. Francisco
Treviño de Quesada, personaje venerable, este, del que hablaremos en otro
relato... De esa manera, el Mayorazgo Quesada Treviño, obtuvo del Rey Felipe V el
derecho a ostentar un escudo nobiliario propio, en el que están integrados los
blasones de las dos familias: Quesada y Treviño, y que hoy, todavía, enseñorea,
tallado en piedra, la esquina del primer piso de la casa familiar en la calle
del Mayorazgo.
Como correspondía a su rango, nobleza y hacienda, fue alcalde
por el estado noble y también regidor perpetuo de la villa. Por esta razón,
participó directamente en la elaboración del Catastro de la Ensenada referido a
nuestra villa. Por los datos que quedaron concretados en el citado Catastro en
1752, sabemos que D. Francisco Quesada Treviño compartía la casa familiar con
dos de sus hijos, teniendo al servicio de la casa, con carácter fijo: un
mayordomo, un mandadero, tres criadas, un mayoral, tres gañanes y nueve
pastores, aparte de los jornaleros que contrataba, de manera eventual, cuando
las tareas agrícolas así lo demandaba.
Y, sigue D. Cosme, la inmensa hacienda
que poseía el Sr. Quesada Treviño en su Mayorazgo, se concretó en el Catastro
de esta guisa: ocho casas en el núcleo urbano, de las que destacaban; la mayor
de todas, de unos 1800
metros cuadrados , situada en la Calle San Antón; la
residencia familiar de la calle Mayorazgo, de 989 metros cuadrados
y otra de 780
metros cuadrados en la calle Empedrada…En el Catastro,
se especificaba que poseía más de 1.500 fanegas de secano; 81 fanegas de viña,
de las que 61 contenían olivos, 31 fanegas solo de olivares y una huerta…Su
cabaña animal, sigue D. Cosme, se tasó en un rebaño de más de mil ovejas, nueve
mulas, once burros y un caballo. Entre otras propiedades aparte, se cuentan: Un
mesón en la plazuela del Ponce, dos tercios del molino harinero de Don Blas… y,
en el extrarradio, cuatro quinterias y una venta, que llevaba el nombre del
apellido familiar a unos 14 kilometros al norte de la villa..Todo ello,
concluye D. Cosme, se concretaba en una renta declarada al Catastro de 62.408
reales, con mucho la más grande de la villa, de la que D. Francisco Quesada
Treviño era, sin duda, el vecino más rico y poderoso y, sin duda, tambien, el
mas egregio representante de El Mayorazgo Quesada en la villa de Manzanares de
La Mancha… Pero, con todo y con eso, la parca lo igualó a los demás humanos, el
día 23 de septiembre de 1769, reposando hoy sus restos, desde aquel día, en las
bóvedas de la capilla de la catedral fundada por sus antecesores.
Y de usted aquí por concluido el relato, por cuanto que aunque el linaje
Quesada mantuvo su trayectoria en Manzanares un siglo más, hasta que
desapareció en 1875, al fallecer sin descendencia D. Martín de Quesada, esto último
pertenece a otra centuria que aun no toca ser narrada, y por que, además, ya
nada fue lo mismo, ni tan trascendente para Manzanares, en lo concerniente a
esa familia que hoy he querido recordarle aquí, para que usted se lo recuente a
sus lectores.
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