Hoy toca, mi
querido cronista, inicia D. Cosme el relato, hablar de algo curioso, que a ud,
seguro le resultará atractivo…, pues es, junto a la que ya conocimos en un
relato previo acerca del Azuer, una de las primeras veces que la prensa escrita
nombra a Manzanares, y a gentes de este pueblo magnífico.
La cita apareció en
una gaceta muy afamada, el “Memorial literario instructivo y curioso de la
Corte de Madrid”, a finales del Siglo Ilustrado, concretamente en Diciembre de
1787.., y es por eso que, resulta oportuno referirla ahora… Se trata de un
documento elaborado en Manzanares por un ilustre paisano; en el cual, sigue D.
Cosme, se da testimonio de ciertas habilidades de algunos de nuestros paisanos
de finales del siglo XVIII, en lo que se suponía era mejor tratamiento de las
consecuencias morbosas de la picadura de un arácnido, temible por aquellos tiempos:
la tarántula…
Pero, sigue D, Cosme, la cosa merece algo de historia sobre cómo
estaba este asunto por entonces, y nada mejor para hacerlo que transcribir el
citado informe, tal cual fue publicado, bajo el título de:… “DESCRIPCION DE LA
TARANTULA, su picadura y efectos que causa, con las observaciones hechas hasta
ahora por D. Vicente Aguilera, Cirujano titular de la Villa de
Manzanares”.....y decía:
“La tarantula es un animal venenoso de figura de Araña, con ocho patas algo
pequeñas y gordas: el medio cuerpo de delante, (en el concepto común el mas
venenoso) cuyo cutis se reconoce ser algo felpudo, o velloso, es pequeño y
delgado, parecido al de una hormiga, y el posterior gordo y redondo: se
diferencian entre ellas en el color, unas se hallan negras a semejanza de una
uba tinta, y otras muy hermosas de diferentes colores á rayas, ya roxas, ya
verdes; solo se crían en el campo en las hazas y sembrados, pues aunque se han
visto algunas en las casas, esto proviene de haberse llevado entre leña, paja,
etc,.. se encuentran en el suelo reconociéndose por una tela de Araña muy
gruesa, que á su rededor está llena de diferentes insectos, o animalillos que
matan para su alimento. En la estación del Estío, que se encuentran con
facilidad a cada paso, son mas ponzoñosaa, y están tan irritadas, que los
pobres labradores precisados a coger sus frutos van por sus sembrados con el
mayor recelo, temerosos de la envenenada picadura de estos animales, que solo
la executan en dicho tiempo, pues en el invierno no se halla ninguno,
ignorándose su paradero. Tiene su nombre de la ciudad de Taranto en el Reyno de
Napoles, en donde fue antes mas conocida, siendo tan común en ella la picadura
de este animal, que se ha hecho costumbre el bailar el tono o son, que sirve
para su remedio (llamado tarantela) en los saraos y funciones, lo que
igualmente sucede en la Villa de Manzanares y en toda la Mancha, cuyos
moradores lo bailan comúnmente habiéndolo aprendido por el uso de los pacientes
picados.
tarántula. |
Las consequencias de esta picadura son sumamente peligrosas, dexandose
reconocer el daño que en la maquina corpórea causa por los efectos que se han
observado de 10 años a esta parte. Es tan activo y eficaz y pronto el veneno de
este animal, que luego que pica, inmediatamente se quexa el paciente de un
dolor vivísimo que se extiende por aquella parte, y se dilata al todo del
cuerpo; se mueven seguidamente á nauseas y vomitos; el vientre se indispone de
manera que quieren escrementar, y los nervios adquieren tal debilidad, e
inacción, que cae el cuerpo sin poderse tener: acometenles incontinenti unas
ansias ó congojas, como las que se padecen en la Idrophobia, y vienen a parar
en un sopor ó letargo. Estos accidentes se verifican en el espacio de quatro ó
seis horas; y en la parte picada ú ofendida se nota una elevación como una
almendra á similitud de una roncha de color natural, y una pintica de color
libido ó negro: interiormente siente un dolor muy vivo y eficaz, acompañado de
un excesivo escozor en todas sus carnes que penetra hasta los dientes y uñas:
les acomete en el instante calentura y un sudor tan frio que cotejado con el
pulso, que algunas veces se advierte intermitente y pausado con gran
prostracion de fuerzas, parece acelerárseles la muerte por instantes: pero por
la práctica de muchos que en la Provincia de la Mancha han sido picados de 10
años a esta parte, se ha experimentado aliviarse y curarse este mal con la
medicina tan estraña y particular como es la música con el son o tono llamado
tarantela, cuyos efectos son los siguientes: Quando se hallan prostrados los
pacientes en la cama, poseídos del sopor y total inacción, se les principia á
tocar el referido tono, y se observa, en unos mas pronto que en otros, que
empiezan á mover dedo, mano, pie, rodilla, ó cabeza; seguidamente va comunicandose
aquel movimiento de combulsion por las extremidades, abren los ojos, se
empiezan a desarropar, se sientan en la cama, y ultimamente se arrojan de ella,
dirigiéndose al eco de la guitarra con la vista fixa al tocador, bailando sin
perder un punto el compas, y avivándolo ó retardándolo según lo executa el
tocador; de este modo subsiste hasta que para el tono, con la particularidad
que algunos, luego que cesa este, dan en tierra precipitadamente: posterior al
baile se vuelven á la cama y sudan copiosamente, suministrándoles alimento de
quando en quando, el que por lo regular vomitan hasta pasados los dos primeros
días de baile.
Para que con mas prontitud curen se sigue tocándoles hasta que á
beneficio de dicha medicina y su efecto, se empiezan a despejar, toman algún
alimento con sosiego, y los mismos pacientes suplican les toquen la tarantela
para recobrarse con más brevedad; de modo que el que no se restablece a los
cinco ó seis días, muere sin remedio, como se ha verificado en la Villa de
Valdepeñas que han muerto dos practicando la expresada medicina, lo que se
atribuye á descuido, ó poco conocimiento del mal que padecían. Es tal la
propensión o simpatía que les queda a los tarantulados á la música, que aun
después de estar buenos, siempre que oyen tocar algún instrumento perciben tal
gusto que se ven precisados á baylar si no se retiran; como sucedió a N. Calero
(conocido con el nombre de Tarantela, y el primero que en Manzanares se vio
picado) en la Función que en dicha Villa se celebra á nuestra Señora del Carmen
que tuvo precisión de salirse de la Iglesia; y lo mismo sucedió a otro que
estando tocando á un hermano suyo que se hallaba picado, se vio precisado a
baylar y brincar, no obstante que él desde el año anterior se hallaba bueno.
Aseguran que estos animales y en particular el que pica, si se trae y conserva
en una redoma ó vaso, bayla y brinca quando se le toca al tarantulado, y muere
luego que sana el enfermo...
Baile de la tarantella italiana. |
Observacion
El día 22 de Julio de este año sintió Francisco Pozero una picadura en la boca
del estomago, soltó lo dos haces de mies que llevaba y vió la Tarantula que le
había picado; al instante notó un dolor muy intenso, que se extendió
inmediatamente por todo el pecho y brazo izquierdo; empezó á vomitar; se le
removió el vientre y al tiempo de regirle cayó inmóvil; acudieron los
compañeros á llamarle; pero no respondia sino con mucho trabajo diciendo que
era tan intenso el dolor que no podía sufrirlo; le conduxeron á su casa y le
halló el expresado D. Vicente Aguilera con unas ansias de muerte, respiración
fatigosísima, movimientos espasmódicos generales, sudor frio y copioso, ojos
caliginosos, semblante quasi hipocrático, pulso a intervalos tardo y perezoso,
ó acelerado y duro, y demostrando al parecer muerte violenta... Se principió a
tocarle la tarantela, y al cabo de un rato empezó á menear la rodilla derecha,
descubrió los brazos, meneaba la cabeza, y siguió moviendo el cuerpo hasta
sentarse en la cama, echarse fuera de ella, y principiar a baylar con un compás
y movimiento de pies tan particular y arreglado que ningún Maestro de bayle lo
podía executar con mas perfección; al cabo de un rato se le restituyó a la
cama, siguiendo toda aquella noche, aunque baylando y sudando con las mismas
ansias de muerte, y sin poder tomar alimento por los continuados vómitos que le
sobrevenían. Al día siguiente se hallaba mucho mas prostrado de fuerzas con una
decadencia en el pulso muy grande, todo su cuerpo hierto, sin responder a
nadie, aunque le diesen voces, é inmóvil, menos quando tocaban la guitarra que
exercia las fuerzas referidas: por la tarde baylaba con menos vigor, y
demostraba no poderse tener, aunque por la práctica parece imposible que puedan
caerse mientras dura la música: siguió toda la noche muy agravado; pero al dia
3º por la mañana se hallaba ya más despejado, y pedía con ansia que le diesen
agua, pues por mucha que bebía no quedaba satisfecho; por la tarde después de
haber baylado empezó á sudar copiosamente, exercio sus funciones naturales, y
quedó mucho mas despejado, no advirtiendo en su cuerpo más dolor que el de los
muslos y piernas que le había causado la agitación del bayle que siguió el dia
4º y 5º después de los quales se le sangró, y al 8º salió de casa en
disposición de seguir su trabajo. El mismo feliz éxito han tenido otros tres
vecinos de la misma Villa, que este mismo año han sido picados de la
Tarantula…
Para experimentar mejor el veneno de este animal, cogió en el año pasado de
1786 D. Vicente Aguilera un gato negro, y cortándole un poco de pelo en el lomo
le aplicó una tarántula que picó á breve a rato, en cuyo acto se estremeció el
gato; y habiendo andado un poco se quedó parado estribando el hocico en el
suelo, y sin movimiento, aunque se le urgaba: a las 24 horas se llevó una
guitarra, y tocando el son expresado empezó a moverse al quarto de hora, a
breve rato meneaba el rabo y las orejas, y empezando a andar, echó a correr
ácia una hacina de sarmientos, de donde no se pudo sacar, sin que se haya
sabido hasta ahora su paradero…
De usted por concluido aquí, querido cronista, el presente y curioso relato,
apostilla D. Cosme…. que muestra el liderazgo de nuestra villa de Manzanares,
en el tratamiento de los síntomas que, en aquel tiempo, se atribuían a la
picadura de la tarántula; algo que fue muy común en la región calatrava durante
los veranos de la segunda mitad del siglo XVIII, cuando este animalejo era muy
abundante en los campos de nuestra villa. Aun quedan cosas escritas y curiosas
acerca de las picaduras de las tarántulas, y de sus supuestos remedios, a finales
del siglo ilustrado, pero este relato ya ha ido de bastante para centrar el
fenómeno, por lo que le sugiero dejar lo restante para cuentos sucesivos...
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