He salido a la calle con Don Bernardino
para contemplar, personalmente, todo lo que me había contado de la Casa del
Pueblo,… llegados a la Plaza de Virgen de Gracia, tras recorrer el corto trecho
existente entre la casa que me aloja en el paseo de la estación y la citada
Plaza, enfilamos la calle Parcas y atisbamos enseguida, tras el Gran Teatro, la
bonita y flamante fachada de la Casa del Pueblo, que no desmerece del gigante
vecino. Entramos por la puerta lateral, saludamos al conserje, y, después, Don
Bernardino me va mostrando todas las dependencias del edificio, quedando este
reportero admirado de todo lo que ve allí y de su perfecta adecuación a las
funciones pretendidas…
Me reitera D. Bernardino, que después de la frustrada inauguración de una
semana antes… por fin, esta vez sin incidencias, el día 6 de febrero de 1912,
llegaron por vía férrea a Manzanares los señores Alvarez, Vicenti y Romero… Me
muestra, en la biblioteca, varios recortes de Prensa y fotografías del acto,
que me propongo utilizar, ahora, para componer la crónica de esa brillantísima
inauguración de la Casa del Pueblo de Manzanares, celebrada solamente hace dos
meses…y vamos a ello…
“Los invitados y oradores que acudieron a
esta inauguración, visitaron el flamante y bonito edificio de la Casa del
Pueblo y todas sus instalaciones, quedando gratamente impresionados y
satisfechos del resultado. Los promotores del proyecto en Manzanares, y
anfitriones del evento, explicaron a sus invitados las características y usos
que se iban a dar a las diferentes dependencias, lo que dejó a todos
convencidos de la funcionalidad de la recién inaugurada Casa del Pueblo”...
“El acto inaugural se llevó a cabo con un gran mitin en el Gran Teatro… Su
amplio salón estaba totalmente abarrotado de público, que escuchó con profundo
respeto y agrado a los diferentes oradores. Los Sres. Eguizabal, Romero,
Vicenti y Melquíades Alvarez, pronunciaron elocuentes discursos, enalteciendo
los fines educadores de la institución. Todos los intervinientes oyeron, al
terminar, salvas de atronadores aplausos. El recibimiento hecho a todos ellos
por el pueblo de Manzanares fue entusiástico y la Banda Municipal de
Manzanares, con su director, Don Julián Sánchez-Maroto ejecutó varias piezas de
música”…”Se puede afirmar que de todos los acontecimientos políticos efectuados
en esta población, el de anoche, por su solemnidad, y por el enorme y
cualificado gentío que á él asistió, fue sin disputa el más importante de
cuantos aquí se recuerdan”…
“El grandioso teatro ofrecía al comenzar el acto un aspecto realmente
deslumbrador…. Ocupó la presidencia el viejo republicano y reputado médico de
Manzanares, Don Bernardino Torres, a quien acompañaban los señores Don
Melquíades Alvarez, Don Alfredo Vicenti y Don Tomás Romero… Hecha la
presentación de los oradores, y manifestado el objeto del acto en sencillas y
breves frases por el Sr. Torres, habló, en primer término, el obrero del campo
Bernabé Núñez, quien tomando el drama «La muralla» como motivo de su sentido
discurso, dirigió un llamamiento á las clases populares de esta ciudad para que
se incorporen a las filas republicanas……
El Sr. Antequera, de Daimiel, en representación de los republicanos de aquella
población, recordó las promesas de Canalejas y le censuró. a continuación. por
el incumplimiento de su palabra”…..
“D. Tomás Romero, habló después, saludando respetuosa y efusivamente a las
damas que con su presencia enaltecían el acto, y a las que se dirigió para
decirlas que la República dignificará a la mujer, elevando su condición de
compañera o igual del hombre, y otorgándole el derecho a intervenir en la vida
pública y en la gobernación del Estado. Alabó al Gobierno por la supresión de
los Consumos y le censuró por esa guerra del Rif, que comparó con la de nuestra
Independencia, por lo heroicamente que luchan nuestros soldados y por la
tenacidad en que los rífenos defienden su suelo. Para la Casa del Pueblo
inaugurada, tuvo los más calurosos elogios”.
“Don Alfredo Vicenti pronunció un breve y hermosísimo discurso, enalteciendo la
función progresiva y de cultura que representaba la Casa del Pueblo, cuya
creación daba derecho á Manzanares para trasladar aquí la capital espiritual y
política de la Mancha. Señaló como única fuente de redención la República, en
la, que España cifra sus esperanzas, teniendo delante de nosotros (señalando a Melquíades Alvarez) el hombre y el caudillo, en. cuya alta y clara mentalidad y
varoniles arrestos depositamos todos nuestra absoluta confianza. A éste, como a los anteriores oradores, el público prodigó entusiastas y calurosos aplausos”.
“Al levantarse el gran orador D. Melquíades Alvarez, el público le tributó una
ovación que duró largo rato…. Comenzó trazando un cuadro magistral de la misión
educadora de las Casas del Pueblo, recomendando a todos la fortaleza de alma y
de corazón necesaria para sobreponerse y salir victoriosos de los infortunios y
calamidades que tan violentamente conmueven la vida nacional. En otros países,
dijo, y en buena doctrina política, á lo menos para mí, las formas de Gobierno
son accidentales; pero en España, después del fracaso del régimen monárquico y
de la dinastía que lo encarna, la República es esencial para salvar a la nación
del deshonor y de la bancarrota. Examinando la crisis que derribó a Moret y dio
el poder a Canalejas, censuró severamente aquella conjura, que demostró a los
liberales la incompatibilidad de la monarquía con la democracia. De Canalejas,
al que personalmente trató con respeto, afirmó que constituyendo la última esperanza
de la libertad, su labor en el poder ha sido negativa, y su fracaso será
definitivo si en los días de poder que le restan no prueba que quiere enmendar
sus yerros. Terminó dirigiendo un caluroso llamamiento a todas las clases
sociales, y cifrando sus esperanzas en una de esas fieras convulsiones que
acreditan en los pueblos el deseo y el inconmovible propósito de borrar el
pasado para abrir un porvenir progresivo y venturoso”.
“Con grandes aclamaciones y aplausos son acogidas las últimas palabras del
orador insigne, que es ovacionado repetidas veces. Adhiriéndose a él, escribió
una sentida carta el ilustre doctor Esquerdo, y en igual sentido se recibieron
innumerables cartas y telegramas”….
Terminó el acto… y
también esta crónica… ¡Manzanares tenía su Casa del Pueblo!.
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