El reportero ha salido de la Casa del Pueblo y
ha visitado, en lo que quedaba de mañana, diferentes industrias y comercios de
la Calle Toledo… Mientras se encuentra en una próspera y moderna fabrica de
jabones, alguien le pasa una nota, de parte del Sr Torres, en la que Don Bernardino
le informa que el Sr. Alcalde le recibirá, con mucho gusto en el Ayuntamiento a
la una del mediodía, para hablar de los cementerios de Manzanares.
Acabo esta visita, y como la hora se aproxima,
me voy rápido hacía la Plaza….
En el Ayuntamiento, me está ya esperando el
alcalde, D. Antonio Rubio y también D. Bernardino Torres, quien terminada su actividad
como médico de la Beneficencia, en el mismo edificio del Consistorio, no se ha
querido perder la conversación que vamos a tener...
D. Bernardino Torres, Médico de la beneficencia, que más tarde fue Alcalde de Manzanares. |
D. Antonio me recibe en su despacho, me saluda
efusivamente, y me pregunta por mi estancia en Manzanares. Yo le respondo que
estoy verdaderamente impresionado por este pueblo y sus gentes, y que estoy
acumulando una gran cantidad de material, para escribir acerca de sus industrias,
tal cual era el encargo que traía del periódico, pero que también estoy
descubriendo cosas muy interesantes de la vida de Manzanares, que me propongo
contar, entre otras, las historias tan interesantes que seguro voy a conocer
hoy… Le comento a D. Antonio, que yo no podría marchar de Manzanares sin conocer
algo que, en estos tiempos, está en boca de todo el vecindario desde hace dos
años, el problema de los cementerios... que, según me había contado D.
Bernardino,… “está siendo y será, motivo de polémicas y enfrentamientos, tal
como esta el panorama”…
…Don Antonio, carraspea ligeramente, se rasca el
mentón, y dice… “peliagudo tema amigos míos”… “lleva sobre la mesa más de 30
años y aun no está solucionado”…
“Verá usted, empieza a contarme D. Antonio, de
todo este lío de los cementerios tiene la culpa el tren”… El Sr. Torres y yo,
ponemos cara de estupefacción, ante la sorprendente afirmación del alcalde , lo
que provoca en D. Antonio una sonora carcajada… para, enseguida, continuar…
“¡¡Si señores, así es, el tren tiene la culpa de todo!!..., pues, cuando a
finales del Siglo XIX, llegó a Manzanares, sus vías cercaron por el noroeste al
pueblo, dejando un amplio terreno sin casi urbanización, que se extendía por la
antigua vereda hasta el viejo cementerio y la Ermita de la Virgen de Gracia…
“Era evidente que, para aprovechar las nuevas
posibilidades de desarrollo que el tren ofrecía a nuestro pueblo, había que
acondicionar todo ese espacio, acercar al tren muchas de las grandes bodegas,
destilerías y alcoholeras de Manzanares"....“Algunas ya estaban por allí,
en el paseo de la estación, pero todo lo que constituía la vereda y sus
aledaños era claramente subsidiario de arreglo y urbanización". "En
los últimos años del XIX, eso fue sucediendo, poco a poco, pero nadie se
atrevió con el acondicionamiento del paraje de “Las Loberas”, al final de la
vereda y adyacente a las vías del tren… Era una zona insalubre e intransitable,
con frecuencia totalmente anegada cuando llovía y, en cualquier caso,
manifiestamente inservible, en esas condiciones, para cualquier empresa que
allí se pretendiera instalar"….
“El panorama de toda esa zona, continuó el Sr. Rubio, frenaba el desarrollo de todo el área y su urbanización, y fue una de
las cosas que yo tenía más claras, cuando tuve el honor de ser nombrado alcalde
Manzanares, en enero de 1910... Por eso, enseguida, hice el encargo de un
estudio, concluido en un brillante informe, que sirvió de base para la limpieza
y arreglo de todo el paraje en poco tiempo, de modo que, ahora mismo, los
manzanareños pueden disfrutar de una “nueva calle Toledo”, que llega hasta las
vías del tren"…
Pero claro, todo eso, además de permitir la
ubicación de muchas industrias y viviendas en toda la extensión de la nueva
calle y ser una de las razones más importantes del florecimiento industrial
que usted puede advertir en el pueblo, también supuso dejar definitivamente
rodeado, e instalado en el centro de la población, que
crecía de modo importante hacía
el noroeste, al cementerio de la Virgen de Gracía”… … “Y nadie puede decir que
yo fuera un visionario loco, pues esto ya había sido advertido años antes por
mis predecesores en el Ayuntamiento”.
“Llegaron a un acuerdo y, ese mismo año, quedó
consagrado el que hoy ya se conoce como “Cementerio Viejo”, aunque entonces
fuera nuevo...Pronto averiguará usted este aparente
trabalenguas de nuevo y viejo, pero, ahora, lo importante para entender e
interpretar bien toda la hilación de esta historia, es dejar bien claro que se
firmó una acuerdo, Iglesia-Ayuntamiento, por el cual, éste último se comprometió a la financiación y construcción de un nuevo camposanto, mientras que la
Iglesia parroquial de Manzanares, en contrapartida, cedía al ayuntamiento, el
solar de ese antiguo cementerio de Virgen de Gracia, estableciéndose, como
única condición, una clausula que determinaba que, en esos terrenos, no se
construiría nada en los 25 años siguientes”… “tiempo que se consideró
prudencial, para asegurar el respeto debido a los allí enterrados y a sus
deudos y, sobre todo, para que quedase garantizado que los restos de todos
ellos, al final de esos 25 años, estuvieran ya trasladados al nuevo camposanto,
que se acordaba construir en dicho pacto de permuta de terrenos”…
Plaza de la Virgen de Gracia e Iglesia. |
“Así las cosas, con el acuerdo completo, y
firmado , por la Iglesia local, el obispado y la Corporación Municipal de
Manzanares, en el mismo Agosto de 1880, comenzaron las exhumaciones y los
traslados de restos del Cementerio de la Virgen de Gracia al camposanto recién
creado, sin que nadie protestase por ello y con la anuencia de todos…. entonces,
la cosa estaba tranquila”….y aquí, momentáneamente, dejamos el diálogo, y
termino esta crónica, pues nos esperaba la recién preparada comida…
En la sobremesa, habrá material más que
suficiente para nuevos episodios de la, todavía no declarada “guerra de los
cementerios ...
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