La firme voluntad e inteligencia del
Alcalde de Manzanares, D. Antonio Rubio, había conseguido el objetivo de poner
en funcionamiento el nuevo cementerio municipal, con el acuerdo de partes que
separaba, mediante un tabique, un área “consagrada” por la Iglesia para
enterramientos de creyentes, con un capellán a su cargo, y otra zona reservada
a enterramientos civiles, donde recibirían sepultura los manzanareños que no
querían actos religiosos en su despedida de este mundo...
A priori, este acuerdo, daba satisfacción en lo básico que las partes
litigantes mantenían en esta “guerra de los cementerios” de Manzanares, pero
como seguía en marcha el recurso al Supremo, planteado por el vicario de
Manzanares Don Dimas López y por varios propietarios de panteones en el cementerio
parroquial viejo, que cuestionaba, a la vez, la actividad del cementerio nuevo
y el cierre del viejo... el Ayuntamiento consideró conveniente que este pacto
acordado quedase por escrito en un reglamento por el que iba a funcionar el
nuevo Cementerio Municipal, refrendado con las firmas del Alcalde de
Manzanares, y las del Obispo y Gobernador Civil de la Provincia de Ciudad Real.
En los tres primeros artículos de dicho reglamento, quedaban claramente
concretadas las funciones y competencias más importantes del nuevo cementerio
municipal…
1.- “El Cementerio Municipal de Manzanares, divídese en dos partes o secciones:
religiosa la una y laica la otra, respectivamente denominadas Cementerio
católico y civil”.
2.- “Construido con fondos exclusivamente municipales, corresponde al
Ayuntamiento la dirección y administración de sus dependencias; guardando los
respetos debidos a la jurisdicción y derechos de la Iglesia católica”.
3.- “Como consecuencia de dicha administración, corresponde al Ayuntamiento todo
lo concerniente a tarifas, pompas fúnebres, conducción de cadáveres y cuanto se
relacione al régimen y gobierno de tan importante servicio”.
El Cementerio Municipal siguió funcionando con normalidad… y como era de
suponer, la decisión del Tribunal Supremo se demoró varios años, durante los
cuales la polémica que acompañaba a esta guerra de los cementerios se mantenía
más o menos viva o latente, en función de momentos políticos que, a veces, no
tenían nada que ver con el conflicto, pero que se aprovechaban para avivarlo…
Por fin, el día 9 de octubre de 1919, seis años y medio después de su
inauguración oficial, Don Costantino Careaga, magistrado de la Audiencia de
Madrid y secretario de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Supremo del
Reino de España, dictó la sentencia definitiva, que dejó a todos
decepcionados… ya que el Supremo se inhibía, por considerar que la cuestión
era exclusivamente política, y quedaba al margen de su jurisdicción,
argumentando que la decisión a tomar era de absoluta competencia
gubernamental… Quedaba pues agotada la vía judicial, pero con una decisión que “enquistaba” el
conflicto latente entre la Iglesia y el Ayuntamiento de Manzanares…
Por esa razón, no resultó extraño que, cinco años después, aprovechando el
nuevo régimen político de España, la Dictadura militar del General Primo de
Rivera, Don Dimas y sus “compañeros” de conflicto volviesen a la
carga… contactando con el nuevo Subsecretario de la Gobernación, mediante una
carta, que se conserva en el Archivo parroquial, fechada el 6 de abril de 1924,
y firmada por D. Dimas, en la que solicitaron la suspensión y derogación de las órdenes de cierre y clausura del “cementerio viejo” parroquial,… “para
restituir los derechos de la Iglesia Parroquial de Manzanares”….Pero, para disgusto
de D. Dimas y acompañantes, esta petición fue desestimada, por considerar que las
Ordenes Reales al respecto se ajustaban perfectamente a derecho.
Sin embargo, D. Dimas, contaba por entonces con la ayuda incondicional y
beligerante del Obispo D. Narciso Esténaga, que siguió maniobrando en todos los
ámbitos que pudo para evitar el cierre definitivo del “cementerio viejo”,
reducto que la parroquia quería mantener “a toda costa”, dando casi por sentado
que el cementerio nuevo municipal era ya una realidad definitiva…
D. Narciso Esténaga. |
El Obispo, ayudado por el sacerdote manzanareño Alfonso Pedrero
García-Noblejas, por entonces chantre de la Prioral, ejercieron presiones en la
Inspección Provincial de Sanidad… Al no lograr resultado alguno, acusaron al
Inspector de estar conchabado con el Ayuntamiento de Manzanares por oscuros
intereses, en un documento delirante, dirigido a su superior, el Director
General de Sanidad, en el que denunciaban a: “elementos de ultraizquierda que
querían entierros rojos, sin cruz ni sacerdotes”… El citado Director contestó a
D. Alfonso Pedrero, diciéndole que las normas en que se habían basado las
reales ordenes seguían vigentes y en el caso del cementerio viejo, indicaban
claramente su cierre y clausura…
En su obstinada postura, Obispo y Chantre, escribieron una carta, dirigida al
propio General Primo de Rivera, argumentándole supuestas conspiraciones
políticas en contra de los legítimos derechos de la Parroquial… El Dictador se
avino a reestudiar el caso, pero de nuevo rechazó contundentemente las alegaciones
eclesiales, por considerar, una vez más, que… “las Ordenes Reales estaban
ajustadas a las normativas legales de manera indiscutible e incuestionable”…
Las cosas parecían
definitivas, y “pintaban bastante mal” para D. Dimas y los defensores del
mantenimiento del cementerio viejo, incluso en la Dictadura… pero, nuevos
acontecimientos políticos estaban por llegar, para mostrarnos que esta “guerra
de cementerios” de Manzanares viviría nuevos episodios, alguno de los cuales
todavía puso de actualidad en toda España a Manzanares y a su cementerio
municipal…
No hay comentarios:
Publicar un comentario