El Alcalde de
Manzanares, D. Antonio Rubio, me sigue contando, que…
“En esos días de primeros de Marzo de 1910, tras mi entrevista con D. Dimas, al valorar el control de la situación en el Ayuntamiento, y el clima social en el
pueblo, pensé que era oportuno acelerar las obras de la Plaza Virgen de Gracia
y seguir al minuto la evolución de los acontecimientos”….
“Inmediatamente se pudo comprobar que la participación de muchos manzanareños
pudientes, que se habían mostrado proclives a ser accionistas particulares y a
poner dinero para la financiación de la construcción del Gran Teatro, se
tambaleaba”…. “bastantes de ellos, no quisieron enfrentarse al clero, ni a la
opinión pública que se había creado en torno a la obra, con tal de no enemistarse
con amigos o familiares, con los que tenían que convivir día a día en el
pueblo y retiraron las aportaciones que inicialmente habían hecho, o
pretendían realizar”….
“Entonces, continua el Sr. Rubio, tomé la determinación de sacar a subasta
pública las obras, con la seguridad de que encontraría a alguien con
suficientes arreos y voluntad, para apuntarse a ese reto”…. “y Manzanares, que
tiene la suerte de contar con personas de gran visión de futuro, dispuestos a
enfrentarse a cualquier dificultad, cuando creen en un proyecto, encontró, en
un hombre perspicaz y reputado industrial de la ciudad, D. José Díaz de Lopez
Díaz Casero, a esa figura capaz y determinada, que se implicó, con su
participación decisiva en el concurso de dicha subasta pública… que, además,
consiguió ganar fácilmente, por el detallado y claro estudio financiero,
avalado por la banca local, que planteó al Ayuntamiento”…
“Desde ese instantes, con las escrituras notariadas, y el magnífico proyecto
del Arquitecto provincial, Don Telmo Sanchez, en poder del Ayuntamiento, tuve
muy claro que había que acelerar las obras de construcción del Gran Teatro,
para que este fuera una realidad lo antes posible”….
“No fue nada extraño para mí, sigue el Sr. Rubio, que viendo como las obras se
ponían en marcha, en los dos primeros meses, fueran constantes y numerosas las
acusaciones, a ese respecto, del grupo conservador de la Corporación Municipal,
ni que fomentasen continuas reuniones y conciliábulos en el pueblo, intentando
poner en contra al mayor número de vecinos, al tiempo que, el clero, aumentaba
sus proclamas en los púlpitos de las Iglesias, anatematizando las obras por su
naturaleza y carácter casi sacrilego”… “Sin embargo, continua, cuando yo pasaba
todos los días por la Plaza de de la Virgen de Gracia, y observaba que, día a
día, se llenaba de más paisanos, que acudían allí, orgullosos de sentirse
manzanareños, y con la sola idea de contemplar con admiración la imparable
ascensión de ese edificio colosal y magnífico que es nuestro Gran Teatro, estuve
seguro que las dificultades se iban a ir difuminando rápidamente”...
“Enseguida comprobé la certeza de esos pensamientos, cuando llegaron a oídos
del Ayuntamiento, noticias sobre como la oposición, inicialmente rotunda, de
algunos reputados manzanareños se difuminaba… incluso, se supo, que en algunas
de las tertulias clásicamente contrarias a las obras, las opiniones se
dividían”…
“También llegaron noticias de la atenuación y espaciamiento de las críticas
eclesiales, según avanzaban las obras”… “incluso corrió el rumor que, en una
conversación privada, el propio vicario, D. Dimas, afirmó, cuando ya se
advertía su magnificencia, que el Gran Teatro, iba a ser, realmente, un
edificio admirable”… “De hecho, una de esas tardes, en que me crucé con él por la
calle Empedrada, en cierta manera me dio pábulo a suponer la veracidad de dicho
rumor”… “cuando él llegó a donde yo me encontraba, le saludé, y le dije,
irónicamente, que ya todo el pueblo sabía que había reservado entradas para la
función inaugural”… “Me hizo un gesto, como diciéndome que yo estaba
condenado… pero me dio la impresión que rebajaba mi “pena”… en lugar de
infierno, purgatorio”….“Los meses siguientes no hicieron sino confirmar que el pueblo de Manzanares
eliminaba todas sus dudas…la oposición política desapareció para este tema y,
en los púlpitos, se impuso una “divina discreción” sobre el asunto, según
crecía y crecía el espectacular coliseo”…
“Pero… la evidencia de la realidad del Gran Teatro, no iba a conseguir el
armisticio y la paz en esta “guerra de los cementerios”... simplemente eliminaba
la excusa que la Iglesia y las fuerzas conservadoras de Manzanares, habían
utilizado para enmascarar la verdadera naturaleza y autentica razón del
problema, que ahora iba a aflorar con más fuerza y beligerancia”…
Desde 1909, se sabía que el Cementerio Parroquial de 1880, era ya un
“cementerio viejo”…. “Al igual que había sucedido con el de Vírgen de Gracia,
se había quedado pequeño, y estaba ya en los límites del pueblo urbanizado, por
lo que infringía las normativas legales de salud pública, lo que había llevado
al Ayuntamiento a proyectar la construcción de un “Cementerio Nuevo”, a unos dos
kilómetros de los límites de la ciudad, con la pretensión de ser, también, un
“Cementerio Municipal”, dependiente del Ayuntamiento y no de la parroquia”.
“La reactivación de las hostilidades estaba servida… la “guerra de los
cementerios” se recrudecía, dejando ver su verdadera razón…
Por eso, aquí termina la crónica…y quedan abiertas sus siguientes entregas…
Cuando uno lee todo esto,se siente mal el no conocer la autentica historia de su pueblo a veces tan interesante como esta."cuanto nos queda que aprender" y que poco tiempo nos queda.
ResponderEliminarYo creo, Francisco, que los relatos nos muestran ese trocito de Historia de Manzanares, referida a esa época...Y ya lo sabes, para aprender, nunca es tarde, querido amigo.
Eliminar