Hemos saboreado un espléndido café de
achicoría y, de vuelta al Ayuntamiento de Manzanares, en una soleada mañana de
Abril, el alcalde, Antonio Rubio, me sigue contando el episodio del “Manifiesto
de Manzanares”
“Así las cosas, continua D. Antonio, enlazando su relato con el punto donde
terminó el anterior, unos minutos antes,… “Al final del medio día de ese día 6
de julio de 1854, el General O'Dónnell, y todo su séquito, al que se había
incorporado Cánovas del Castillo, hacen su entrada en nuestro pueblo por el
camino de Arenas de San Juan”…. “Y llegan a Manzanares, que, con sus casi 10.000 habitantes, es el más
importante y populoso de todos los pueblos que han transitado,…. y, en nuestro
pueblo, sucede todo lo contrario de lo que habían visto hasta entonces los
fugitivos ”….
“Desde su llegada a nuestra localidad, las tropas rebeldes, con sus 900 caballos, y unos 600 infantes, son acogidos con entusiasmo y alegría por las gentes del pueblo, que llevaban al frente al diputado y Jefe de nuestra milicia urbana, D. Francisco González-Elipe”…
“Desde su llegada a nuestra localidad, las tropas rebeldes, con sus 900 caballos, y unos 600 infantes, son acogidos con entusiasmo y alegría por las gentes del pueblo, que llevaban al frente al diputado y Jefe de nuestra milicia urbana, D. Francisco González-Elipe”…
“Lo cierto fue que, nada más entrar en Manzanares, todo el pueblo parecía
preparado para ellos”… “Como ya comenté, Don Francisco, dio a O'Donnell
alojamiento en su propia casa de la calle Empedrada, esquina a la callejuela de
la Iglesia, mientras que el alcalde alojó en su casa, situada unos metros más
allà, en la esquina de las calles del Pósito y Empedrada, al Señor Cánovas del
Castillo.
“Al poco rato de la llegada de O’Donnell a Manzanares, explica D. Antonio,
llegó también, desde Arjonilla el general Serrano para unirse a los
sublevados”…
…y sigue, “Las tropas de unos y otros, recibieron alojamiento en diferentes
casas de la localidad, y los caballos fueron acogidos en varias de las
numerosas caballerizas y establos del pueblo”…
“Desde ahora, hace una pausa el Sr. Alcalde, todo lo que yo le voy a contar son
referencias directas de nuestros abuelos actuales de Manzanares, que vivieron
en primera persona ese día histórico en Manzanares, y lo mantienen muy vivo en
su memoria”… “Estos detalles concretos de ese día en Manzanares, no aparecen en
los libros de historia, pero son tan reales como los que si figuran en ella,
además de complementar la historia y, en cierta medida, el por que las cosas
ocurrieran tal como sucedieron”… “quiero decirle con ello que, usted, querido
cronista, va a ser el primero en poder plasmar en un papel la intrahistoria de
ese día decisivo en Manzanares y en España”.
“Inmediatamente a su llegada a Manzanares al mediodía -continuó contándome el
Sr. Rubio-, todos los sublevados se reunieron en un lugar desconocido del
pueblo (quizá el Ayuntamiento o tal vez la casa de Don José Mulleras, otro
prohombre de Manzanares, muy amigo del alcalde, que vivía en esa primera y
bonita casa, coronada por ese minarete, que usted puede ver ahora (me la
señala), al comienzo de la calle Empedrada, enfrente de la de D. Francisco,
haciendo esquina con la propia Plaza”… “podrá usted comprobar, amigo reportero,
que lo que le dije al comienzo de la conversación es real como la vida
misma… todo el Manifiesto de Manzanares se gestó en un entorno de menos de 30 metros , aquí mismo, y
en dos o tres puntos del centro del pueblo”…. “Sea donde fuera donde se reunieron,
los sublevados discutieron sobre las acciones a tomar”. …
“Descartaron enseguida el enfrentamiento abierto contra el Ejército leal al Gobierno, por la desproporción de fuerzas y el territorio tan llano donde se
encontraban”… y fue seguramente entonces, cuando Cánovas del Castillo aprovechó
el momento, con su habilidad discursiva, para convencer a los presentes de lo
que ya tenía previamente convencido a O´Donnell, mientras caminaban hacia
Manzanares,… “tomando cuerpo enseguida, y con la anuencia de todos, la
proclamación de un Manifiesto político, que motivará un levantamiento más
amplio de las masas liberales del País”.
"Asi las cosas, y sin tiempo apenas para sacudirse el penetrante polvo del
camino, Cánovas, en funciones de fiel secretario, se apresuró a poner por
escrito en el papel, la proclama que se constituiría, finalmente, y para la
historia, en el “Manifiesto de Manzanares”.
“Y refiere la tradición oral de los abuelos del pueblo, que, Cánovas, lo
redacto "de codos" en el poyete de una ventana de su alojamiento, (la
del balcón donde luego se leyó)”… “y, acaso, aprovechando la última luz
vespertina, todo ello en presencia del alcalde y dueño de la casa, y de un
íntimo amigo de este, nuestro antes citado paisano, José Mulleras, que actuaron
de testigos de ese histórica escrito”...
“Al terminar su redacción, y según los testigos,-continua el Sr. Rubio-,
Cánovas del Castillo, para asegurarlo, anotó en un librillo de papel de fumar
los puntos esenciales del documento que él se sabía de memoria”.
“Y una vez más, según nos contaron los abuelos de este pueblo, con el documento
escrito, Cánovas corrió a la casa de Don Francisco González-Elipe, treinta
pasos más allá, donde le esperaba O'Dónnell con sus más íntimos
colaboradores”….
“En el fresco patio de esa casa, y a ultima hora de la tarde, se cuenta que
Cánovas del Castillo leyó enardecidamente, y por primera vez, su recién escrito
Manifiesto, entusiasmando a los presentes y en especial, a O'Donnell, quien lo
firmo allí mismo, lleno de satisfacción”…
D. Antonio Cánovas del Castillo. |
…..“El Manifiesto, breve, conciso y expresivo, era precisamente lo que deseaba
el general O'Donnell, probablemente incapaz de escribir algo parecido por si
mismo, pero temeroso de que, quien la estaba redactando, hubiera concretado una
proclama excesivamente larga o prolija”.
Finalmente, y como curiosidad que yo le añado, aunque todo el mundo piensa que
la lectura al pueblo de ese Manifiesto de Manzanares se hizo desde los balcones
de la Casa del Alcalde, no existe información fidedigna de donde se leyó finalmente,
ya que no se conserva ningún escrito oficial o verificable de ello”…. “Es más,
la tradición al respecto, transmitida por los abuelos, habla de que fue leído
varías veces, y en diferentes sitios, lo cual resulta bastante verosímil”, dada
la efervescencia y entusiasmo del momento”…. “De hecho, ya le he dicho, que la
primera lectura fue en el patio de la Casa de D. Francisco González-Elipe,”….
“la segunda, posiblemente fuese la de la Casa del Alcalde, para conocimiento
general de la población civil, y es la que ha trascendido para la historia”, …
y, parece ser que, al menos, existió una tercera lectura, dirigida, en este
caso, a las tropas sublevadas, para arengarlas, desde los balcones de este
Ayuntamiento”…. “el Alcalde, señala la Casa Consistorial, y da por concluido el
relato de esas horas decisivas, en este, y para este pueblo, que dieron lugar a
lo que quedaría en la historia de España y, en la de esta localidad, como “El
Manifiesto de Manzanares”,…y del que, ahora, finaliza, le entrego yo esta
copia, para que lo recuerde usted a sus lectores y, así, conozcan por lo que se
fajó y postuló el pueblo de Manzanares…por la libertad”…
“MANIFIESTO DE MANZANARES"
”Españoles: La
entusiasta acogida que va encontrando en los pueblos el Ejército liberal; el
esfuerzo de los soldados que la componen, tan heroicamente mostrado en los
campos de Vicálvaro; el aplauso con que en todas partes ha sido recibida la
noticia de nuestro patriótico alzamiento, aseguran desde ahora el triunfo de la
libertad y de las leyes que hemos jurado defender.
Dentro de pocos días, la mayor parte de las provincias habrá sacudido el yugo
de los tiranos; el Ejército entero habrá venido a ponerse bajo nuestras
banderas, que son las leales; la nación disfrutará los beneficios del régimen representativo,
por el cual ha derramado hasta ahora tanta sangre inútil y ha soportado tan
costosos sacrificios. Día es, pues, de decir lo que estamos resueltos a hacer
en el de la victoria.
Nosotros queremos la conservación del trono, pero sin camarilla que lo
deshonre; queremos la práctica rigurosa de las leyes fundamentales,
mejorándolas, sobre todo la electoral y la de imprenta; queremos la rebaja de
los impuestos, fundada en una estricta economía; queremos que se respeten en
los empleos militares y civiles la antigüedad y los merecimientos; queremos
arrancar los pueblos a la centralización que los devora, dándoles la
independencia local necesaria para que conserven y aumenten sus intereses
propios, y como garantía de todo esto queremos y plantearemos, bajo sólidas
bases, la Milicia Nacional. Tales son nuestros intentos, que expresamos
francamente, sin imponerlos por eso a la nación.
Las Juntas de gobierno que deben irse constituyendo en las provincias libres;
las Cortes generales que luego se reúnan; la misma nación, en fin, fijará las
bases definitivas de la regeneración liberal a que aspiramos. Nosotros tenemos
consagradas a la voluntad nacional nuestras espadas, y no las envainaremos
hasta que ella esté cumplida.
Cuartel general de Manzanares, a 6 de julio de 1854. El general en jefe del
Ejército constitucional, Leopoldo O'Donnell, conde de Lucena.
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