Don Antonio Rubio,
acababa de contar a este reportero como… “El Gran Teatro de Manzanares fue
brillantemente inaugurado el 16 de Julio de 1911, ya nadie se acordaba entonces
de su polémica ubicación en los terrenos del antiguo cementerio de Altagracia,
pero, sin embargo, a esa fecha, la “guerra de los cementerios” entre la Iglesia
y el Consistorio Municipal de Manzanares se había recrudecido, pues la excusa del
Teatro, había dejado paso a la verdadera razón de esta disputa”…
“Verá usted –me dice D. Antonio- la necesidad de construir un Cementerio
Municipal en Manzanares, tuvo su verdadero origen en la obligatoriedad que nos
impusieron las Autoridades Sanitarias del Gobierno Civil, instando al
Ayuntamiento a trasladar, lo antes posible, y por razones estrictamente
sanitarias, el recinto mortuorio a una zona más alejada de la población, para
no incumplir la legislación existente al respecto”…. “Además, el proyecto no
fue, como dicen algunos en el pueblo, …“un capricho más de quien le habla”,…
fue, como ya le he dicho, una orden gubernativa que se le dío al Consistorio
antes que yo fuera elegido alcalde”….”Don Bernardino, aquí presente, puede dar
fe de lo que le digo, pues él fue uno de los firmantes de uno de los informes
técnicos que certificaban esa necesidad”… “Asintío, con la cabeza, Don
Bernardino, mientras el Sr Rubio, continuaba su explicación…
“Como le digo, mes y medio antes de ser yo nombrado alcalde de Manzanares, el
28 de Julio de 1909, el Dr Cabanas, había emitido ya un informe taxatixo, que
decía que el Cementerio Parroquial de 1880, conocido ya hoy como “Cementerio
Viejo”, por la continua expansión de Manzanares, había quedado demasiado cerca
del casco urbano, e incumplía esa normativa legal… pero, además, Cabanas,
especificaba que, por las características geológicas del terreno, la
degradación de los cadáveres podía constituirse en una fuente de infecciones e
insalubridad”… “De todos modos, curándome en salud, y viendo la que se me iba a
venir encima”, fue por lo que, entonces si, yo encargué al Dr. Torres, aquí
presente, un segundo informe, que se terminó, con parecidas conclusiones, el 31
de agosto de 1910” .
“Además de estos dos informes médico-sanitarios, que certificaban la necesidad
de clausurar y cerrar el “Cementerio Viejo”, visitó el Cementerio Viejo de
Manzanares un Inspector Provincial de Sanidad, acompañado de un delegado
gubernativo, quienes, igualmente, certificaron la clausura y cierre del camposanto
lo antes posible, en una orden del Gobierno Civil a la Junta local de Sanidad”…
“como comprenderá usted, siguió D. Antonio, pocas más opciones tenía este
Ayuntamiento…más allá de las de cumplir las ordenes gubernativas”…
“Fue así que, en el Pleno del Ayuntamiento de Manzanares, el día 13 de
setiembre de 1911, el Consistorio que tengo el honor de presidir, aprobó la
clausura y cierre inmediato del “Cementerio Viejo”, y la construcción de un
“Cementerio Nuevo” en un sitio suficientemente alejado del casco urbano, para
que la situación de un posible incumplimiento legal no se volviera a producir”…
.. “Es momento ahora, dice con cierta solemnidad, el Sr. Rubio, que usted sepa, y lo cuente así a sus lectores, que, este que le habla, expuso la situación, personalmente, al vicario D. Dimas, y que, cuando este le dijo que la Parroquia no estaba en condiciones financieras de construir un nuevo camposanto, no me quedó otro remedio que contestarle que, dado que el Ayuntamiento venía obligado por la autoridad competente a la construcción de un nuevo cementerio y clausurar el viejo, iba a dar las ordenes pertinentes para que así se hiciera”,… “pero, naturalmente, también le advertí que el “Cementerio Nuevo”, por ese motivo, iba a ser un “Cementerio Municipal”, en lugar de “Parroquial”, (como había sido hasta entonces), por la sencilla razón que la compra, construcción y mantenimiento del recinto iba a ser costeada por el Ayuntamiento… y, como es lógico, el Consistorio tenía la intención de compensar todos esos gastos, mediante el cobro de los arbitrios correspondientes a cada enterramiento, anteriormente cobrados por la Iglesia, cuando el Cementerio era Parroquial”, … “la cara de D. Dimas, no dejaba mucho lugar a dudas sobre lo que estaba pensando, acerca de la naturaleza usurera y sacrílega de mis pretensiones”… “tuve la impresión que la atenuación de la condena, que su mismo semblante me había otorgado unos meses antes, cuando aquel encuentro casual que tuvimos en la calle Empedrada, se difuminaba,… y, de nuevo, me condenaba a los “infiernos cavernarios”…
.. “Es momento ahora, dice con cierta solemnidad, el Sr. Rubio, que usted sepa, y lo cuente así a sus lectores, que, este que le habla, expuso la situación, personalmente, al vicario D. Dimas, y que, cuando este le dijo que la Parroquia no estaba en condiciones financieras de construir un nuevo camposanto, no me quedó otro remedio que contestarle que, dado que el Ayuntamiento venía obligado por la autoridad competente a la construcción de un nuevo cementerio y clausurar el viejo, iba a dar las ordenes pertinentes para que así se hiciera”,… “pero, naturalmente, también le advertí que el “Cementerio Nuevo”, por ese motivo, iba a ser un “Cementerio Municipal”, en lugar de “Parroquial”, (como había sido hasta entonces), por la sencilla razón que la compra, construcción y mantenimiento del recinto iba a ser costeada por el Ayuntamiento… y, como es lógico, el Consistorio tenía la intención de compensar todos esos gastos, mediante el cobro de los arbitrios correspondientes a cada enterramiento, anteriormente cobrados por la Iglesia, cuando el Cementerio era Parroquial”, … “la cara de D. Dimas, no dejaba mucho lugar a dudas sobre lo que estaba pensando, acerca de la naturaleza usurera y sacrílega de mis pretensiones”… “tuve la impresión que la atenuación de la condena, que su mismo semblante me había otorgado unos meses antes, cuando aquel encuentro casual que tuvimos en la calle Empedrada, se difuminaba,… y, de nuevo, me condenaba a los “infiernos cavernarios”…
“El cambio de apellidos de los cementerios, “de Parroquial a Municipal”, y las
consecuencias monetarias, (que no espirituales ni religiosas) de la decisión a
que venía obligado el Ayuntamiento, afloraron entonces como verdadera y
autentica razón de la “guerra de los cementerios”, que no había hecho más que
empezar… de la misma manera que termina la crónica que este reportero les
escribe hoy sobre el tema…
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