A lo largo de la segunda mitad de 1912,
las espadas de la “guerra de los cementerios” se mantuvieron permanentemente en
alto por los dos bandos contendientes, pero mientras la oposición conservadora
y el clero estaban confiadas en que nada significativo iba a suceder en los
“frentes de batalla”, en tanto no se resolviera el recurso que habían
interpuesto en el Tribunal Supremo, el alcalde de Manzanares, D. Antonio Rubio
Fernández-Caballero, no se quedó quieto….
Lo primero que hizo el Alcalde fue una consulta al Gobierno Civil, que le
autorizó la continuidad de las obras, sin prejuicio de lo que finalmente
ocurriera con el recurso al Supremo...Ésto inquietó y disgustó bastante a sus
opositores, algo que percibió muy bien el Alcalde Rubio que, inmediatamente,
“pisó el acelerador” de las obras, para “mostrar” a todo el mundo que se sentía
fuerte, seguro y avalado por las autoridades civiles del Gobierno central...
Así la cuestión, a finales de 1912, el “Cementerio Nuevo” estaba terminado y
listo para ser inaugurado, tal como testificó la prensa de la época. Pero,
aparentemente en contra de su línea habitual, Don Antonio Rubio no dio ese paso
todavía…. Y pronto se supo la probable razón de ello en el pueblo…
Aun manteniendo, en público, el tono altisonante entre ambos, D. Dimas y D.
Antonio se reunieron, en secreto, con alguna frecuencia, en esos finales de
1912… Nunca se sabrá lo que hablaron, ni lo que pactaron, pero por lo que
sucedió unos meses después, cabe suponer que el Sr, Rubio le repitió a D. Dimas,
en privado, el mismo mensaje que proclamaba en público… “Igual que sucedió con
el Gran Teatro, sucederá con el Cementerio Municipal… pues la Ley y la voluntad
están con el Ayuntamiento”… Ese mensaje que D. Antonio transmitía,
reiteradamente, en público,… “oído de su boca” por D. Dimas, que ya había
experimentado en “carnes propias” la determinación del Alcalde en lo del Gran
Teatro, seguramente le llevó a pensar, que la supuesta “tregua” que iba a
lograr el recurso al Supremo, en lugar de favorecerle, podía volverse en su
contra, pues cuanto más tiempo estuviera funcionando el nuevo cementerio
municipal, antes de la resolución del Supremo, más difícil sería cerrarlo
después… También, posiblemente, como lo conocía muy bien, cuando el Alcalde
observó las primeras “flaquezas” en el vicario D. Dimas, durante esas
conversaciones, le diría que él, católico como era, no tenía nada en contra,
sino todo lo contrario, acerca de la participación y colaboración eclesial en
el cementerio nuevo y que, naturalmente, a las familias de los difuntos
creyentes que así lo pidieran, el Ayuntamiento de Manzanares, que era el
Ayuntamiento de todos los manzanareños, sin excepción alguna, no solo no iba a
impedirles el auxilio espiritual que demandaban, si no que iba a facilitárselo
y para eso, le solicitaba a D. Dimas su colaboración…
D. Dimas López. |
Es muy posible que, en
ese, o parecido momento de la conversación, Don Antonio “dejara caer” a D. Dimas
que, con esa “colaboración eclesial”, en ningún caso el Ayuntamiento tendría
nada que decir al “arbitrio” adicional que la Iglesia quisiera imponer a los
deudos del difunto… y quizá por aquello de “más vale pájaro en mano….”, esto
debió resultar decisivo para Don Dimas, y es, casi seguro que, advirtiéndolo,
el perspicaz alcalde de Manzanares… inmediatamente le sugiriera que el
Ayuntamiento, en rasgo de buena voluntad, tenía previsto poner, al nuevo
cementerio municipal bajo la advocación del santo cuyo nombre coincidiera con
el del primer manzanareño católico que allí fuese enterrado... y que, además,
recibiría gratis: fosa, lápida y sepultura…
Seguramente también, y ya con D. Dimas casi entregado, el Sr Rubio le
informaría, con su característica y sutil habilidad, que reputados y conocidos
republicanos, laicos o agnósticos, de Manzanares, habían pedido una separación
en el cementerio, entre los que solo querían enterramiento civil y los que
quisieran seguir el ritual cristiano… y que, a esos efectos, habían solicitado
la compra de una parcela del nuevo cementerio y su tabicación… Ante esta noticia, muy probablemente, D. Dimas, lejos de indignarse por esa
“insolente ostentación y prepotencia pagana, que pretende dejar a una parte de
los difuntos de Manzanares sin el sustento divino de la extrema unción”,… (tal
como él y la oposición proclamaban en púlpitos y tribunas)… vio, en el
“tabique”, la oportunidad de asentar la posición eclesial en el resto del
cementerio municipal, tal como, seguramente también, había planeado, en su
estrategia de acercamiento, el Sr Rubio, y, posiblemente, se lo sugirió más o
menos explícitamente, en esos encuentros…
Así las cosas, y, aunque hacia afuera, aparentemente, las hostilidades iban en
aumento, D. Dimas se avino, finalmente,a lo que hasta entonces se había
negado… y nombró capellán del nuevo cementerio a D. Angel Oliver….
D. Antonio Rubio. |
Con su estrategia consolidada, el alcalde dio “luz verde” a la apertura del
recinto mortuorio…. y, el 15 de Marzo de 1913, a las cinco en punto
de la tarde, se inauguró en una ceremonia solemnísima el Cementerio Municipal
de Manzanares….
El señor cura párroco, y sus coadjutores, bendicieron el recinto, en presencia
del Alcalde, Sr. Rubio, los concejales Moraleda, González-Calero y Cantalejo,
el Síndico y los jueces de Instrucción y Municipal, Sres Fernández-Bernal y
Carrión Vega… Cumpliendo con lo acordado, el cementerio Municipal de Manzanares, se llamaría
también, desde por entonces, Cementerio de San Cayetano, al quedar bajo la
advocación de ese santo, ya que el primer enterramiento católico que allí se
produjo fue el del vecino Cayetano Villena Martínez, de 69 años, conocido
por"Cloquetas"…. Al acto de este primer entierro, se le concedió una
gran pompa y asistió el Sr. Obispo Prior de las Órdenes Militares, Autoridades,
Banda Municipal y numeroso público….y, como también estaba acordado, todos los
gastos de sepelio y propiedad, fueron voluntariamente costeados y cedidos por
el Ayuntamiento de Manzanares.
Poco tiempo después, el 17 de Mayo de 1913, se verificó en el Cementerio
Municipal el primer entierro civil, el de un veterano republicano, llamado Juan
José Gallego Mira, asistiendo al mismo más de dos mil personas.... Al darle
sepultura , hicieran uso de la palabra, enalteciendo las virtudes del finado, sus
correligionarios José María Rodríguez, concejal republicano de Manzanares, el
elocuente orador Bernabé Muñiz y, por último, el ilustre abogado y notario de
Manzanares, D. José de Eguizabal, que, en un sentido discurso, dijo que.. “se
enorgullecía de poder contar en esta localidad con un cementerio civil, como el
que hoy se inauguraba, construido a fuerza de luchas y sacrificios, pero digno
de que en él puedan reposar restos de hombres como Juan José
Gallego”….Añadiendo…que “cuando la cultura se difunda, caerán las murallas que
nos separan a los hombres después de muertos, al soplo del huracán de la
ciencia, que traerá envuelto en su polvareda el amor, la igualdad y la
fraternidad entre todos”....
Cementerio de San Cayetano. |
D. Antonio había
ganado, así, la principal batalla de esta guerra, que aun continuaría bastantes
años más, pero ese día, él había conseguido, en un tiempo record, para como
estaban las cosas de enconadas, la inauguración del nuevo cementerio municipal
de Manzanares, consiguiendo que los muertos de los bandos enfrentados, reposasen
desde entonces en el mismo terreno y de acuerdo a sus convicciones, aunque
transitoriamente estuvieran separados por un tabique…
No hay comentarios:
Publicar un comentario